Sobre bodas, gemelos y herederos"



"De su matrimonio con Amaris podía decirse todo, menos que fuera algo concertado.
En ese entonces, Krínos tenía veintidós años, dos hijos y había pasado por dos consortes. A una la amó tanto como un chico de catorce años puede a su primer amor y por la otra, que llegó cuando tenía poco más de dieciocho años, no pudo sentir algo más que disgusto cuando estaba cerca. Además, era caprichoso como pocos skrbnik y se podía decir que ya sus padres no sabían que hacer con él.

¿Acaso podían impedir que se casara por tercera vez? Claro que no. Estaban bajo aviso de que, si arruinaban algo más en su vida, esta vez no bastaría que pasará el tiempo para que pudiera perdonarlos.

Tenían la opción de quitarle su puesto como heredero de Rhoswen, de pasarle a Christian tal honor. Pero los Vermelho no eran tan mezquinos con sus hijos y tampoco es como si Christian les hubiera permitido quitar a Krínos de la línea sucesoria. Los gemelos tenían cierta lealtad entre ellos, y ni siquiera el poder o las riquezas del país podían hacer que se pusieran el uno contra el otro.

Al menos así fue hasta que un viejo asunto llegó, y es que mientras Krínos fue bendecido con dos hijos más, Christian quedó a la espera de su propio heredero y eso produjo una brecha que tardaría muchos años en cerrarse."

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Cuando Vladimir consiguió novia, Krínos casi rogó que la relación fuera algo pasajero.
Perséfone era la peor pesadilla que un padre inmortal podría tener. Ella era una shibō como cualquier otra, no duraría mucho tiempo viva y al morir dejaría a Vladimir en una profunda depresión de la que no podría salir.
Krínos ya había presenciado muchas parejas como esa y sabía de antemano lo que podía suceder. Así que convirtió en su propósito de vida alejar a esa humana de su hijo. Pues él nunca se perdonaría perder de esa forma a uno de sus cachorros, menos cuando podía evitarlo.
Pero cuando la conoció, se dio cuenta de que quizás la estaba juzgando mal. La chica resultaba ser tan dulce como su hijo la describía, y tan amable como pocas de esa generación podían ser. Casi le recordó a su dulce Amaris y estuvo dispuesto a darle una oportunidad ¿pero quién podía decirle que no estaba con Vladimir por dinero? Una prueba.
Una única prueba serviría para disipar las dudas y eso decidió hacer.
La suma fue ofrecida. No tan grande para agotar las arcas del tesoro, pero si lo suficiente como para hacer dudar a cualquiera.
Krínos pensaba que, una vez pasada la prueba, quizás podrían conseguir una forma para que no muriera ¿porqué no buscar la bendición de un Kōri? Así su hijo sería feliz y no tendría que preocuparse.
Pero, para su propio horror, la suma fue aceptada y esa shibō dejó a su cachorro con el corazón tan roto como él lo tuvo alguna vez. Y también dejó una clara lección: Nunca confíes en los shibōs.

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"Lotty no era una omega que escondiera su casta. Estaba orgullosa de serlo, pero quizás había algo defectuoso en ella.
Y no solo de su mal carácter estamos hablando.
Sabía que era una omega por su físico, y porque podía soltar feromonas con las que tentar a los alfas, pero era de esos raros casos en los que el celo no parecía llegar.
A veces pensaba que eso era una bendición. Otras, que era un castigo por soltar feromonas solo para calentar a los alfa y reírse de ellos por como reaccionaban.
Ella, al ser la hermana mayor de Krínos, tenía cierto estatus en su reino y era una vodja aún más caprichosa que su hermano. Por eso mismo se permitía jugar con los alfa que la rodeaban y no se arrepentía de su actuar.
¿Pues quién no se resiste a un poco de diversión? Quizás no era lo más sano, pero le traía adrenalina huir de esos seres que consideraba inferiores a ella, y de cierta forma, era satisfactorio sentirse fuera de su alcance.
Al menos así fue por largo tiempo, hasta que uno de esos "alfa" le hizo lo mismo y provocó que tuviera su primer celo.
De eso aprendió a la mala que todo se paga en esta vida.

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"Lotty no era una omega que escondiera su casta. Estaba orgullosa de serlo, pero quizás había algo defectuoso en ella.
Y no solo de su mal carácter estamos hablando.
Sabía que era una omega por su físico, y porque podía soltar feromonas con las que tentar a los alfas, pero era de esos raros casos en los que el celo no parecía llegar.
A veces pensaba que eso era una bendición. Otras, que era un castigo por soltar feromonas solo para calentar a los alfa y reírse de ellos por como reaccionaban.
Ella, al ser la hermana mayor de Krínos, tenía cierto estatus en su reino y era una vodja aún más caprichosa que su hermano. Por eso mismo se permitía jugar con los alfa que la rodeaban y no se arrepentía de su actuar.
¿Pues quién no se resiste a un poco de diversión? Quizás no era lo más sano, pero le traía adrenalina huir de esos seres que consideraba inferiores a ella, y de cierta forma, era satisfactorio sentirse fuera de su alcance.
Al menos así fue por largo tiempo, hasta que uno de esos "alfa" le hizo lo mismo y provocó que tuviera su primer celo.
De eso aprendió a la mala que todo se paga en esta vida.

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