Las pesadillas de una lastnik.

Comentarios · 4 Puntos de vista

Capítulo XI: Resignación.

Conforme pasaron los años, la pelirroja olvido su venganza y se enfocó en ser una buena esposa para Marcus Rossetti. Día a día iba desapareciendo su espíritu guerrero hasta que solo quedó una mujer sumisa cuyos dones fueron condenados a quedarse guardados hasta que hubiera otra ocasión o necesidad para volver a usarlos. También olvidó todo deseo de venganza y decidió que no tenía sentido enfrentarse a Farid mientras sus hijos fuéramos pequeños.

Con el tiempo se volvió dependiente de Marcus, su mayor orgullo era poder más hijos y olvidó lo que era vivir en libertad.

Pero su supuesta felicidad no fue eterna y una tarde terminó dándole la bienvenida a otra época de oscuridad para la lastnik de Ávalon y Essex.

Aquella tarde la pelirroja estaba esperando en el salón de el trono con la misma posición que siempre tenía al esperar una visita de su esposo, sentada en su trono tratando de parecer la lastnik perfecta que Marcus esperaba que ella fuera. Su apariencia no daba la señal de avanzar en edad a pesar de que ya pronto pasaría los doscientos años, y su espíritu aun era la de una niña ansiosa por la aprobación de una autoridad quien en este caso era su esposo.

El tiempo transcurría lento y ella se desesperaba por verlo llegar. parecía que podía ver caer los copos de nieve por el gran ventanal mientras que las manecillas de el reloj avanzaban. ¿El no llegaría de nuevo? Se preguntaba. Quizás no, quizás el caprichoso naslov de Ávalon se había quedado en su palacio con alguna de las sirvientas... Aquel pensamiento hizo que algunas lágrimas recorrieran su rostro al recordar las infidelidades que Marcus solía cometer.

Esta vez no pudo eliminar el recuerdo y se levanto de su asiento dispuesta a olvidar que aquel día en que su esposo visitaba a su familia.

—¿A donde vas cariño? —dijo una voz cuando ella ya estaba a punto de salir de el salón haciendo que volviera la vista sobre hombro para encontrar a su esposo sonriendo con un pequeño ramillete en sus manos —Disculpa que tardará, tenía un trabajo pendiente con el consejo.

—No te preocupes, bienvenido a casa mi señor —dijo la pelirroja al mismo tiempo que sonreía y acortaba la distancia que la separaba del castaño.

Marcus estaba impaciente por saber del estado emocional de la pelirroja, había escuchado que en las últimas semanas había ocurrido algunos pequeños incidentes con el consejo de Essex y por un momento pensó en que quizás las pesadillas del pasado estaban de vuelta, pero no era así.

Danielle solo estaba nerviosa por la noticia que tenía que darle y no sabia si el lo tomaría a bien. Aquello no era una enfermedad, era algo que no esperaba que volviera a ocurrir y era que unos días antes unos malestares muy conocidos habían aparecido de pronto. Al principio tuvo la duda sobre si era verdad pero una de las curanderas había confirmado sus sospechas:

Estaba embarazada de nuevo.

Pero el castaño no lo sabía y su preocupación crecía durante cada segundo en el que estaba frente a la pelirroja a la que al final atrajo hacia el en abrazo que ambos necesitaban después de ese largo periodo de lejanía.

—Gracias por comprender esto, te extrañe, pero dime ¿Como están nuestros pequeños demonios?

—Muy bien —dijo la pelirroja al mismo tiempo que correspondía a el abrazo de su esposo y sonreía al sentirse a salvo sus brazos —Manny esta en Draconis, Boone y Bonner están estudiando y los demás están en el jardín con mi hermana, pero al último aún le faltan algunas semanas para llegar.

—¿Semanas? —preguntó confundido —Espera... Eso quiere decir...¿Tendremos otro bebé? —el castaño cambio su preocupación por la felicidad absoluta y acarició el vientre de su esposa, el cual aún no mostraba signos de albergar al nuevo naslov de Essex y Ávalon.

—Si mi señor, tendremos otro niño o niña.

Parecía que nada podía arruinar la dicha de aquella joven pareja que disfrutaba el hecho de estar juntos o al menos eso creían hasta que se escuchó una voz se escucho al fondo del gran salón:

—Así que al final decidiste no regresar a mi.

 

Volver al índice

Comentarios