Hablaron durante horas, Danielle lloro aún más y justo al medio día, ambas se pusieron de pie. Sam extendió sus alas y tomó a su prima en brazos, no podía dejar que se esforzará de más y pronto ambas se encontraron surcando el cielo. Sentir el aire frío le causó nostalgia, y no pudo evitar pensar que la situación era cruel, pues sus alas le habían sido arrancadas cuando apenas comenzaban a surgir.
Tardaron un poco en llegar, pero finalmente estuvieron frente al palacio de Marcus, los empleados las vieron extrañados, mas no hicieron preguntas y pronto una de ellas las llevo a los aposentos del futuro naslov de Avalon. Durante el camino vieron toda el desorden que seguramente había sido provocado por la fiesta de la noche anterior y Danielle pensó: “Por la majka... quizás sea mejor no decirle nada, a él solo le importa divertirse”
El caos de el salón principal le confirmo es último al encontrarse con botellas de vino por todos lados.
—¡Por la majka! —exclamó Sam —¡Parece un campo de batalla!
—Sam, regresemos otro día... —dijo Danielle y dame estuvo a punto de darle la razón cuando escucharon una voz detrás de ellas.
—¿Que haces aquí? ¿Vienes por lo de la otra noche?
La frase tan vulgar hizo sonrojar a la doncella que las acompañaba y asqueo a Sam, quien rápidamente se puso frente a Danielle para protegerla.
—Disculpe majestad, será mejor que nos retiremos....—dijo en un respetuoso tono neutral. Mas Danielle al ver la sonrisa de idiota que ostentaba en su rostro, solo pudo hacer una mueca de disgusto.
—Sam, necesito hacer esto...
—Bien... —Ella no quería dejarla sola con ese degenerado, pero poco pudo hacer para quedarse, pues sabia que ese asunto solo era de ellos dos —te estaré esperando afuera —dicho esto, le dio un último abrazo a su prima y abandono el salón.
El castaño se quedó sorprendido ante aquello, ya que la lastnik de Lindsey nunca se mostraba cariñosa con otro ser vivo y ver que Danielle le correspondía era aun peor, puesto que la relación fría entre los Delacour era muy conocida. También le sorprendió lo dulce que le resultaba la voz de Danielle, era como si los años no le hubieran quitado la timidez de encima y aun fuera la pequeña a quien encontró en un bosque y a la cual le robó su primer beso.
Habían pasado años desde la última vez que se habían encontrado solos, y ni siquiera ese día hablaron, sólo paso lo que paso sin que alguno de los dos hiciera el más mínimo esfuerzo de entender lo que ocurría.
Término de acercarse a ella y dijo en un tono que intentaba escucharse seductor pese a que era obvio que lograba de todo, menos escucharse como el esperaba: —¿Porqué me has buscado? ¿Es acaso que quienes repetirlo?
Marcus sabia que ella no venia eso, la mayoría de las chicas que estaban con él eran jóvenes que intentaban amarrarlo, pero Danielle no era una de ellas. Esperaba que le pudiera increpar por aprovecharse de su borrachera o que al menos le dijera que eso no volvería a ocurrir.
—Si es así, temo informarte que por el momento no puedo. Estoy algo cansado y será en otra ocasión —dicho esto procedió a dar la media vuelta dispuesto a retirarse pero la voz airada de la pelirroja lo detuvo.
—¿Estás de broma? No he venido a eso y créeme, eso nunca, ni en tus sueños volverá a pasar.
¿Así o más creído? Danielle sabía que él no era una persona seria, pero no tenía otra opción, tendría que decirle o su madre la obligaría a hacerlo después.
—En fin —suspiro y bajo la vista al suelo —¿Prefieres hablar aquí o quieres ir a bañarte primero? Tienes pinta de no haber dormido en toda la noche.
Marcus paso sus manos por cabello en un intento por acomodarlo y preguntó: —¿Es necesario habla ahora? Como tú lo has dicho, no he dormido y quiero hacer eso —volvió sobre sus pasos y dando una media vuelta se encontró frente a los ojos asqueados de la pelirroja.
—¿Que esperas? Toma asiento y habla —dijo señalando el sofá que estaba en medio de la habitación.
—Si... es ahora o nunca —suspiro y tomó asiento junto a él —tanto tu como yo ya no somos unos niños, se que nuestros padres firmaron un compromiso nupcial y pensaban que quizás algo pasaría entre nosotros... —cerró sus ojos con fuerza tratando de quitar lo que le pareció una imagen desagradable de su mente —Sabemos que lo que hicimos no era posible a menos que no estuviéramos en nuestros cinco sentidos y eso fue lo que pasó en aquella fiesta —La pelirroja no tenía la menor idea de como darle la noticia. El miedo la angustiaba pero pronto sabría la respuesta —Se que tu tienes tu vida y yo la mía, tenemos planes muy diferentes y no quiero que esto interfiera contigo...
Marcos estaba prestando atención a todo lo que Danielle estaba diciendo, pero todo le confundía pues aún no despertaba completamente de la borrachera.
—Lo se, Lo se, nunca hubiera pasado nada entre nosotros. No te agrado y tu no me agradas —soltó un leve suspiro y con los ojos fijos en los de Danielle siguió hablando —Ahora, no tenemos que hacer lo que nuestro padres quieren o querían, pero dime ¿A que te refieres con interferir?
—No se como decírtelo, nunca imagine estar en esta situación... —Danielle estaba nerviosa por lo que pasaría y pensó en que era momento de huir y decirle que no había nada de lo que hablar, pero la imagen de su madre enojada la persuadió de hacerlo —la noche que estuvimos juntos no usamos protección y eso a tenido consecuencias, no espero que lo tomes a bien ni que te hagas responsable, pero tenias que saberlo.
Marcus bufo y colocó sus manos en su cara pues eso no lo esperaba, no sabia que hacer en esa situación y durante unos segundos se quedo en silencio provocando que Danielle contuviera la respiración en espera de su respuesta.
Sabía que no podía dejar sola, pero formalizar una unión no estaba en sus planes.
—Danielle, ¿Estás segura? —quitó sus manos de donde estaban y miró a la chica, su cara mostraba seriedad pero al mismo tiempo preocupación pues el tener un hijo bastardo arruinaría aún más la reputación de los Rossetti.
—No estaría aquí si no estuviera segura —se sentía débil, era como si por primera vez sintiera el peso de la responsabilidad que ahora tendría —Si no quieres ser parte de esto, lo entenderé —paso la mano por su cabello y continuó hablando —Yo... Yo no se si quiero tener otro bebé ahora. Tengo planes para mi futuro y este accidente podría arruinar todo —dos segundos después se arrepentiría de lo dicho, pero no podría revertir nada, así que solo se levanto de el sofá y susurró: —Debo irme, aún es tiempo de solucionar esto.
¿Arruinar todo? ¿a que se refería? La comprensión llego de golpe y se levanto al mismo tiempo que ella para poner sus manos sobre sus hombros a fin de detenerla.
—Yo nunca dije que no quería ser parte de esto, créeme yo igual tengo planes pero tenemos que tener al bebé, ni siquiera pienses en matarlo, porque también es mi hijo.
—¿Hablas en serio? Aún somos jóvenes y no creo que sea buena idea tenerlo —vio que el intentaba sonreír pero aquello no la tranquilizaba, en cambio la ponía más nerviosa así que desvío su vista de él y observó a su alrededor —¿Tan solo has visto donde estamos? ¿piensas darle este ejemplo a tu hijo? —señaló con su mano el desorden del salón para dar énfasis a sus palabras y suspiró —Tener uno es una responsabilidad grande para la que aún no estamos listos, tu tienes tus fiestas de fin de semana y yo a Dorian.
—¿Matarás al nuestro para cuidar de un bastardo sin apellido? ¿Esa es tu solución? —podía escucharse suelo enfado en su voz y el tenerlo tan cerca asustaba aún más a Danny —Con tu vida puedes hacer lo que quieras pero solo te diré una cosa; ni siquiera pienses en matarlo, porque esa decisión es de los dos. Y si, ya mire donde estamos, pero da igual no te estoy diciendo que seré el mejor padre, tengo defectos igual que todos. Pero deberíamos intentarlo, no por nosotros, más bien por él, fuimos unos irresponsables pero el no tiene la culpa de nuestras tonterías.
—¡No lo llames bastardo! —podía notarse el enojo en voz y no era para menos, si aceptaba lo que el castaño llamaba solución tendría que regresar con su madre quien después de la boda de su hermana se había quedado sola y enfocaría su enojó en ella —se que es decisión de ambos, pero entiende... Yo no quiero perder mi vida y si, quiero más hijos, pero no ahora y mucho menos contigo.
—Mierda, ¿Sabes algo? Nuestros padres se enterarán, no me importa si recibo un castigo, pero no matarás a mi hijo.
—¿No lo entiendes? Estoy aterrada, no quiero terminar como mi madre y quedarme estancada en casa mientras cuidó a un niño, ¿Y quien me asegura que te quedarás en la vida de él o ella y no lo abandonarás?
—Como dije has lo que tú quieras. Pero no me iría de la vida del el niño, ¿que clase de persona crees que soy? —sabia la respuesta de la contraria pero quería escucharlo de sus propios labios.
—No te diré lo que pienso... ¿Pero que le dirás a tus padres? no creo que tomen a bien esta noticia.
—De seguro van a querer matarme, pero se que será lo mejor —cerro sus ojos por un segundo y aun con las manos puestas en la joven dijo —Lo siento Danielle, pero no me has dejado otra opción.
Fue entonces cuando acercó su boca a su cuello mientras surgían sus colmillos y haciendo fuerza sobre ella para inmovilizarla, mordió de forma superficial la delgada piel y dejo una marca que nunca se iría de ella.
Danielle no reaccionó hasta que fue demasiado tarde, ¡Aquel idiota había arruinado su vida al marcarla como suya! Había dejado la marca que los shizen dejaban en quienes tomaban como pareja y nunca, ni siquiera por magia podría quitarse aquel símbolo que indicaba su actual status como propiedad de Marcus Rossetti. Así que dejo que una lágrima corriera por su mejilla y soltó un sollozo. Un sollozo que fue escuchado por Sam, la cual pronto entro y apartó a Marcus de su prima.
—¡No la volverás a tocar! —gritó mientras de su mano surgía una esfera de fuego.
La figura de la lastnik era aterradora, los ojos rojos parecían querer asesinarlo, pero ella se detuvo al escuchar como su prima comenzaba a llorar de nuevo. Eso hizo que el castaño se sintiera culpable por lo que había hecho, pero había algo que lo consolaba y era que su hijo estaría a salvo y nadie podría dañarlo.
—¿Porqué? ¿Porqué lo hiciste? —Inquirió la joven una vez que el shizen estuvo lejos de ella. Su cuello dolía y que todo hubiera sido forzada le provocaba náuseas.
—Tenía que hacerlo —respondió en un tono casi burlón —tú no puedes decidir sobre alguien inocente.
—Eres un imbécil... —espetó Sam tomando nuevamente a su pequeña prima en brazos y dirigiéndose a la puerta —Yo no permitiré que se quede contigo.
—Las leyes lo dicen, ahora ella me perteneces y debe obedecer mis ordenes —el orgullo por salirse con la suya podía notarse en su voz al ahora poder controlar a la indomable pelirroja —por lo tanto, será mejor que le informen a su madre que pronto la reclamaré ante el consejo.
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