Amores del pasado

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Capítulo IV: Más cliché.

Dicen que el matrimonio es el vínculo más fuerte que puede existir, va más allá de los límites y puede volver enemigos a los aliados más cercanos. Puede causar la caída de grandes dinastías y provocar las guerras más terribles, pero también puede surgir en familias de aliados y unirlas en una sola.

Es por eso último que el compromiso de Henry con el naslov Edevane fue bien aceptado, y los preparativos para una pequeña ceremonia comenzaron a hacerse de inmediato, sin siquiera dar tiempo a que la futura pareja fuera notificada. Incluso Henry se sintió contrariado al volver a casa y ver todo lo que estaban haciendo, pero su mayor sorpresa fue que Elske le informó que pronto se casaría.

 —¡De ninguna manera! —fue lo que gritó al enterarse de su compromiso —¡No pienso casarme con él!

—El acuerdo ya está hecho —respondió su madre como si algo poco importante se tratara —y no estamos pidiendo tu opinión. Somos tus padres y sabemos lo que es mejor para ti.

—¡He dicho que no!

Elske se levantó de su asiento y tomó la botella que el general le había entregado al momento de de llegada

—¿No te educamos bien? —preguntó antes de arrojarle la botella directo a la cabeza —¿No te protegimos durante la guerra y te dimos lo mejor que pudimos obtener? ¿Y es así como nos pagas?

Por suerte, Henry logró esquivar esa botella, la cual pronto fue a dar contra la pared y se rompió en mil pedazos.

—¡Me importa una mierda que sea nuestro naslov! —volvió a gritar como respuesta —¡No pienso casarme con alguien al que no quiero!

—Hijo, no le levantes la voz a tu madre —intentó intervenir el señor Richter.

—¡No te metas en esto! —le gritaron ambos.

Aquello fue una señal para que se mantuviera neutral antes de que la discusión subiera de tono. Pues ya sabía lo peligrosas que podían ser las discusiones de su esposa e hijo.

Por otra parte, Henry decidió que ya había tenido suficiente de sus padres y estaba listo para salir de esa sala cuando Elske dijo algo más: —¿Qué no entiendes nuestra situación? —le preguntó a su hijo —Ya no tenemos otras opciones, debes casarte con él o olvidar que esta es tu familia.

—¿Quién eres tú para obligarme a esto? —dijo en respuesta el rubio —mira que te casaste con alguien sin apellido y por él vivimos aislados.

Elske se sintió insultada por las palabras de Henry, así que se acercó a él para darle una buena bofetada.

—¡No vuelvas a decir eso de tu padre!

Henry se quedó inmóvil, nunca antes había pasado algo así en su hogar, por lo que no sabía cómo reaccionar.

 —¡Ahora ve a tu habitación y no salgas hasta que te lo ordene! —agregó la antigua soldado.

Aquel hijo tan rebelde le estaba sacando canas antes de tiempo. Sin embargo, Elske no carcelaria tan ventajoso matrimonio solo porque el muchacho no quisiera hacerlo. Así que al día siguiente, cuando Henry intentó salir para verse con Micah, lo único que encontró fue que su madre había pedido al general Craig que le prestara a algunos soldados para impedir algún tipo de escape por parte suya.

 

***

 

Por otra parte, Micah lo esperó por algunas horas sentado a las orillas de una pequeña fuente, al principio lo había esperado con algo de esperanza, aunque esta se convirtió en decepción al ver que no llegaba y al final decidió que no valía la pena esperar por un alfa irresponsable. Resignado, decidió volver a casa, Micah no esperaba nada de ese extraño, pero se sintió triste al sentirse rechazado y en eso estuvo pensando durante toda la tarde hasta que le entregaron una carta que el general Craig había enviado con buenas noticias. No se apresuró a leerla, aún no lograba sacarse a ese alfa de la cabeza, pero cuando lo hizo encontró que junto a la carta estaba el dibujo bastante realista de un muchacho rubio que reconoció de inmediato.

—¿Pero qué es esto? —se preguntó antes de comenzar a leer.

 

“… le pido una disculpa, no me pareció prudente presentarme ante usted en mis condiciones de salud actuales, así que esta carta es para informarle que he encontrado a la pareja perfecta para usted.

El señor Richter procede de una familia a la corona, sus padres lo han educado bien y aunque su carácter puede ser algo explosivo, encuentro posible un futuro bueno para ambos.”

 

A Micah esto último le pareció divertido ¿Cómo era capaz un hombre tan prudente como el general Craig fuera recomendar a un alfa tan poco responsable? Aquello no le pareció lógico y estuvo a punto de desechar la idea de casarse y tirar los papeles antes de terminar su lectura, pero decidió no hacerlo.

 

“He acordado la dote con nuestra lastnik y la familia Richter parece muy conforme con la situación. No es común pedir a un alfa en matrimonio, en nuestros tiempos aún existen esas terribles costumbres del pasado, pero la señora Elske Richter ha comprendido nuestra situación política actual y ha aceptado entregar a su único hijo, quien desde ayer en la noche tiene prohibido salir de su hogar y a quien se ha puesto bajo el cuidado de veinte guardias…”

 

—Eso explica mucho…

El pequeño omega no sabía qué pensar, por un lado ya conocía a su prometido, pero por otro no sabía cómo actuaría si llegaba a saber que lo habían elegido del montón. Pero al tomar el dibujo sintió una pizca de esperanza ¿pues no había sido él quien se apresuró a pedirle una cita sin siquiera conocerlo? ¿Era posible que el destino en verdad los estuviera juntando?

—Bien… —Micah sonrió para sí —Al menos es un chico guapo, quizás también sea un buen esposo.

Con mucho cuidado guardó la carta y el dibujo en un libro grueso que nadie más leería. Ya dejaría que el destino se encargará del resto, por el momento solo debía encontrar a una persona confiable que pudiera servirle de mensajero.

 

 

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