Las pesadillas de una lastnik

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Capítulo III: Matrimonio.

18 de junio del año 1810

Los rumores corrían por todo Essex y las rebeliones comenzaron a surgir como la mala hierba. Nadie podía creer que yo me hubiera atrevido a desafiar a Marcus, ni siquiera yo. Pero no pensaba cambiar mi decisión y mucho menos entregar a mis hijas con un hombre que las utilizaría para aumentar su poder o para atraerme a una vida que no necesitaba. Poco me importaban las necesidades de los demás y mantuve a las niñas conmigo cuando los ataques de Ávalon comenzaron a caer sobre Essex.

Si... tuve que despedir a muchos servidores, pero no podía permitir que alguien pudiera infiltrarse a mi castillo y llevárselas. Porque a pesar de mi poca experiencia, no quería que mis niñas corrieran la misma suerte de Nobille y Aiphanes.

Ellas, Kaire y Emma eran mi mundo entero y nadie tenía permitido tocarlas o tomarlas en brazos a menos que yo diera mi permiso.

Tatsumi estuvo conmigo en todo momento y junto a la señorita Tanner, se aseguró de protegernos. Dorian y Aiphanes volvieron a la misma rutina de ignorarse hasta que finalmente decidieron retomar su relación y mi hermana... Bueno, Nobille finalmente encontró el amor y se marchó lejos de mi. Se que es feliz, pero la extraño y no se que hacer sin ver su rostro cada mañana. Es curioso porque éramos mayores cuando finalmente nos conocimos. El aroma de Nobille es dulce, huele a chocolate y a una mezcla extraña de flores que hoy día ya no existen en esta parte del mundo. Su alfa dice que ella tiene un mal carácter, que ella no es tan delicada como las otras omega, y aunque eso lo hizo amarla, hay ocasiones en las que quisiera enviarla de vacaciones a Essex. A mi no me molestaría tenerla de vuelta, ella puede que sea molesta para la mayoría de la gente, pero mi gemela significa para mi una sensación de protección. Como si al estar a su lado pudiera olvidar todo mi pasado y volviera a ser la misma chiquilla que alguna vez corría por los bosques de Draconis.

Dorian dice que es cosa de gemelas, dice que Alkis y Tenuis no pueden estar lejos la una de la otra y eso puede notarse cuando se separan para ir a sus clases, pues, a pesar de que su apariencia es idéntica, cada una a desarrollado gustos diferentes. Alkis es una niña demasiado extrovertida, demasiado ruda como para tratarse de una vodja. En cambio, Tenuis es más sensata y guarda todo ese instinto de guerra detrás de una sonrisa que solo su padre puede leer como el aviso de un espíritu aventurero.

Mas todos hemos decidido no celebrar ningún compromiso entre nuestros hijos. Quizás seamos la primera generación noble sin hacerlo, pero eso no importa, porque el pueblo apoya esa decisión. Incluso Eiji se a unido a la causa y sus tres hijas crecerán sin el yugo de un compromiso nupcial. Ahora solo quedan las guerras pendientes y pronto seremos libres, veremos a nuestros hijos convertirse en niños felices y sin educación bélica. No porque nos guste tener que dejar nuestras espadas guardadas, sino porque estamos cansados de luchar por causas pérdidas, estamos cansados de mantener vivos rencores que ya no queremos, así que nuestros hijos estarán libres de prejuicios aunque el precio sea grande. Y quiero pensar que la siguiente generación solo tendrá que preocuparse por mantener una buena economía en su respectivo país,

  


Casarse con Marcus Rossetti nunca fue una opción. Fue algo así como una sentencia que comenzó con una visita de su tío Lissandri.

Esas visitas nunca eran bien recibidas. No sólo porque siempre pedía que retirarán a su hijo bastardo de la mesa, sino porque siempre se mostraba arisco con el chiquillo, pero Danielle no permitía que Dorian fuera retirado de su sitio. Tampoco Alessandra lo permitía, el niño era bueno y educado con ella, además de que así castigaba a su hermano. Porque aunque los años hubieran pasado, aún despreciaba el que Lissandri usará a una mujer como si de un juguete desechable se tratara y abandonará a su hijos con alguna familia de sirvientes en lugar de hacerse responsable.

Así que a Lissandri Delacour de Ídem no le quedaba de otra más que mantenerse alejado del pequeño. Pero ese día ocurrió lo impensable y Dorian fue el que quiso tener respuestas. Danielle nunca lo había permitido, pero su hermano encontró la forma de reunirse con su padre y recibió la peor de las respuestas.

Poco se puede decir sobre esto, salvo que Lissandri recibió una esfera de fuego por parte de Danielle, dos semanas en la enfermería y una cicatriz cerca del ojo. Una cicatriz que nunca podría borrarse y que sería el recuerdo de su peor error.

No hubo disculpa alguna, y no era que Dorian la hubiera estado esperando. Lo que si hubo fue un silencio casi pacífico que cubrió el castillo y una revisión médica para Danielle, quien se sintió asqueada cuando recibió una noticia no deseada.

—Felicidades, alteza. Todo indica que le dará un heredero a la corona.

Y... realmente no respondió, solo se levanto de su asiento, salió de la enfermería y se encerró con Dorian en su habitación. Tardó horas en digerir la noticia y cuando lo hizo, solo pudo pensar en lo desagradable de la situación y en lo mucho que había tardado en quitarse el mal sabor de boca de haber despertado en la cama de Marcus Rossetti. Pues tendría que lidiar con otro problema y era que estaba esperando un hijo de una de las personas que más despreciaba en ese mundo, alguien que no sólo se había aprovechando de su momento más vulnerable, también se había encargado de difundir la existencia de su hija bastarda.

Ni siquiera la muerte de Hadassa y su regreso a el castillo de su madre habían hecho que los chismes cesarán. Todo lo contrario, Marcus se encargó de dar a conocer la existencia de la pequeña y de causar un enorme pesar entre la familia Delacour. Ahora de nuevo se encontraría en la misma situación, solo que esta vez se le exigiría formalizar la unión con el padre del niño. Y ese hombre no era otro que su ex prometido, el skrbnik de Ávalon.

Marcus Rossetti nunca fue la mejor opción como esposo, tenia muchos defectos y al igual que Danielle, tenia un largo historial de conquistas amorosas entre la servidumbre de su castillo. También era muy conocido por su mal genio, después de todo no era más que un skrbnik mimado con un solo propósito; continuar asistiendo a fiestas de críos irresponsables y seducir niñas idiotas.

“Niñas irresponsables como tú”

La voz de su guardiana fue desquiciante para Danielle y no pudo evitar decir en voz baja: —Hey, te doy diez segundos para irte a comer posta o te juro que...

“Finjamos que puedes hacerme algo y en todo caso ¿Que harás con el problema?”

—¿No se supone que tu eres mi consejera? ¿Ahora que haré? No quiero atarme a alguien —se sintió mareada y no le quedo otra opción que dejar su ventanal para sentarse en una orilla de su cama y poner sus manos en la sienes de su cabeza.

“Esta vez huir no es una opción y créeme que pronto todos se darán cuenta”

—¿Cómo lo sabes? —preguntó la pelirroja antes de recostarse en la mullida cama y envolverse con las sábanas.

“El Hanfod llega cuando el corazón del bebé comienza a latir, y cuando eso pasa, el aroma comienza a percibirse para los demás.”

—Eso ya lo sé… ¿Pero que hago?

“En primera, hacerme caso cuando te digo que tu no sirves para beber alcohol y en segunda, creo que debes deshacerte del niño”

—¿Crees que deba?

“Es eso o hablar con Marcus”

Danielle suspiró, ninguna de las opciones le parecía buena, tener otro hijo era algo innecesario y hablar con Marcus era algo que tampoco quería llevar a cabo, así que se quedó en silencio, esperando que su guardiana matará la conversación con una frase sarcástica o que decidiera por ella.

“Danielle...” dijo pesadamente “Te doy diez segundos para decidir o te juro que encontraré la forma de entrar en los sueños de tu madre para decirle que será una feliz abuela”

Danielle enterró el rostro en una de las almohadas que quedaba más cerca de ella y respondió: —Hazlo, quizás la señora Etxenoz ya le dio la noticia.

“¡Danielle Orabella Delacour de Essex!”

—¡No me grites!

“¡Entonces deja de comportarte como un cachorro y toma tus propias decisiones”

—Pero no quiero.

“¿Y? Hemos pasado por cosas peores y tanto tu salud mental como la mía siguen en pie”

—Eso último lo estoy dudando...

“Oh, vamos... No creo que Marcus te obligue a quedarte con el niño. Quizás él pueda conseguirte una familia adoptiva o algo”

—¿Cómo es que siempre sabes que serán mis hijos?

“Primero habla con Marcus... Ya comienzo a percibir el aroma de tu cachorro”

Aquello sobresaltó a Danielle, quien rápidamente se puso de pie. Debía tomar una decisión y quizás lo llegaría a lamentar más tarde, pero tenía que hablar con Marcus.

Salir de Essex no fue fácil, las fronteras habían sido selladas debido a la guerra y cientos de soldados y dragones patrullaban los bosques. Danielle era muy cuidadosa con cada paso que daba, pero aun así, la pequeña sodnik temblaba de miedo de solo pensar en lo que pasaría si la llegaban a atrapar. Y no es de extrañar se, pues todos sabemos lo bestias que pueden ser los hombres al encontrarse con una mujer sola.

—No quiero... —susurró escondida detrás de un árbol.

“¿Qué dices?”

—¿Me repites el porque debo hablar con él?

La musa no respondió de inmediato, en su lugar solo se escuchó un suspiro cansado. Ella parecía harta de aconsejar a su protegida y de ver como siempre hacia lo que le daba la gana sin ponerse a pensar en las consecuencias, era como un patrón del que nunca podría sacarla y eso era lo que más le molestaba.

“Por que a ti no te gusta abortar, por que tu madre va a matarte si traes otro niño a casa y porque Marcus tiene más poder que tú”

Danielle no supo que responder, así que con mucho cuidado, fue dando algunos pasos, estaba indecisa y pensó en regresar a casa y eso estaba por hacer hasta que una rama se rompió detrás de ella. Contuvo un grito, y su pánico estuvo a punto de elevarse a un punto que ella no podría controlar hasta que una voz se escuchó desde arriba.

—¡Guarda silencio!

Aquella voz melodiosa le hizo olvidar donde se encontraba.

—¡Sam!

—¡Por la majka! —exclamó la shizen antes de bajar de aquel árbol —tengo dos horas siguiéndote, ¿y apenas te diste cuenta?

Danielle no pudo resistirse y pronto busco protección entre los brazos de su prima. Sam la abrazo y finalmente  dejo que sus emociones salieran. Poco pudo hacer para que sus ojos no se llenarán de lágrimas y pronto sus mejillas estuvieron húmedas. Con ellas, Danielle dejo salir gran parte de su frustración, su enojó por haber sido abusada cuando estaba en un estado deplorable y su tristeza por que de nuevo tendría que parir un niño que no llenaría su vacío emocional.

—Llora todo lo que necesites... —susurró Sam mientras acariciaba la frágil espalda de su pequeña —Yo voy a quedarme hasta que quieras hablar.

—Soy un desastre —dijo Danielle entre sollozos —ni siquiera sirvo para cuidarme sola.

—Sh... una lastnik jamás debe decir eso.

A Sam le dolía verla en ese estado, no le gustaba ver que todo el dolor se acumulaba en los ojos de Danielle y saber que no podía hacer nada para hacer que olvidará todo lo ocurrido.

—Pero es la verdad.. ni siquiera pude cuidar a Hadassa.

—¿Aun piensas en Hadassa?

—Si, nunca dejo de pensar en ella, lo hago en cada minuto de mi vida.

—¿Entonces porque te rindes? —preguntó Sam a Danielle —Déjame llevarte a mi casa, Mateo y los niños estarán felices de tenerte con nosotros.

—No es justo para ustedes, yo debería ser capaz de arreglar mis problemas.

—Sabes que Mateo siempre se preocupa por ti y no podría quedarse tranquilo si no te ayudo.

Para esas épocas, Sam era todo menos la chica lúgubre que había crecido con ella, ahora se mostraba más segura de si misma e incluso más feliz. Danielle estaba segura de que la presencia de su esposo era la causante de todo eso, mas no podía negarse que eso le gustaba, así que, solo se dejaba llevar por el ambiente relajado que r en casa de su prima

—Aiko... ¿Que ocurre? —preguntó aún abrazado a la pelirroja —¿Porqué vamos hacia Ávalon?

Danielle suspiró y recargo su cabeza en el hombro de Sam, se sentía cansada y de alguna forma, también se sentía culpable por involucrar a alguien más en su dilema.

—Hoy... Hoy me hice un chequeo médico después de quemarle la cara al tío Lissandri y digamos que no me fue bien.

—¿Otra vez tienes anemia?

—Ya quisiera que fuera eso... —susurró apenada.

—¿Entonces...?

—No se como decírtelo.

—Ya has pasado por muchas enfermedades, saldremos de esta.

—No Sam —de nuevo las lágrimas volvieron a llenar sus ojos —esta vez nada podrá ayudarme —su voz se quebró durante unos segundos y finalmente pudo decir lo que tanto la tenía asustada: —Estoy... Estoy embarazada otra vez.

Un regaño, cualquier cosa hubiera esperado Danielle salvo la respuesta que obtuvo por parte de Sam: —¡Que maravillosa noticia! —exclamó Sam —¿Pero no deberías ir a Draconis? Tatsumi debe saberlo.

—Sam, el bebé no es de Tatsumi... —llegados a este punto, Danielle decidió soltarla e ir a tomar asiento en un tronco cortado. Se sentía cansada, sin ganas de seguir pero al menos la situación no podía empeorar. O al menos eso pensaba.

—Espera... no querrás decir que el padre es...

—Lamentablemente, debo decir que si.

Aquello sorprendió a Sam, porque si bien Danielle a veces era demasiado liberal, nunca se había imaginado un escenario parecido, así que se puso frente a la pelirroja y pese a que quería mantener la calma, no pudo evitar sentirse enojada con ella.

—¡Danielle! ¡¿Como demonios pudiste meterte con ese estúpido?!

—¡Por favor, no me grites! —cubrió su rostro entre sus manos y comenzó a sollozar otra vez.

—¡¿Y todavía le piensas decir?! ¡¿Si recuerdas lo que va a pasar si le dices?! ¡Esa familia está loca!

—Sam... —Danielle pudo sentir como las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas, y Sam pudo distinguir el aroma a sal de las mismas.

—No, no vayas a llorar —su indignación era grande, pero la muchacha que estaba frente a ella aún le parecía la misma niña que lloraba cada noche por su padre exiliado —Aiko, no lo hagas —tomó asiento en el tronco y de nuevo abrazó a la figura llorosa —Vamos a arreglar esto juntas, pero no llores.

—No se que voy a hacer —respondió entre sollozos —Alessandra va a estar enojada, el consejo me va a destituir y...

—Nadie podrá quitarte tu puesto sin meterse en problemas con Lindsey.

—Pero no tengo opciones ¿Que harías tu en mi lugar?

—Podríamos deshacernos del feto, no lo se... dicen que hay hierbas o podríamos pagar una de esa clínicas privadas.

Danielle se sintió asqueada por la respuesta, y no porque hacerlo le resultará del todo inservible aquella opción. Pero no quería pasar por todo el proceso, o al menos no por segunda vez.

—No... ya lo hice una vez y casi muero.

Sam ni se inmutó por la respuesta de su prima, pues no era nadie para juzgar las decisiones que esta tomaba.

—¿Entonces que haremos? Si gustas, puedo llevarte a mi casa y después le podemos dar el bebé a otra familia.

—¿Crees que sea buena idea?

—No lo se, tampoco se cual será tu decisión, pero estaré allí para apoyarte.

—¿Lo prometes?

—Lo juro por mi alma...

 

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