Sin colores.

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Capítulo único.

—¿Esa es el naslov? —preguntó Luna viendo como un shizen se encargaba de dirigir a todos los sirvientes.

—No, el naslov es quien está a su lado.

Fue la respuesta que obtuvo de otra sacerdotisa.

—Pero no parece un naslov...

—No todos son lo que parecen.

—¡Pero no parece un naslov!

Para las sacerdotisa que nunca han salido de su santuario, visitar la corte era una algo sorprendente y la pequeña Luna no podía ocultar su curiosidad. Los zrak se mostraban como seres perfectos, pero el naslov de Aciem, y quién debía ser un ejemplo de lo que un zrak debía ser, parecía muy simple a sus ojos. Sin embargo, no volvió a hacer preguntas, pues recibió un codazo de su compañera y la mirada dura de la sacerdotisa principal.

—Guarden silencio.

Aquello, dicho como casi un susurro era suficiente como para callar a todas las niñas sacerdotisas. Muchas iban con sus madres, pero estas, aprovechando las escasas oportunidades de estar en una fiesta, estaban más entusiasmadas con la bebida y los hombres shizen que en sus propias hijas. Pero ese no era el caso de la sacerdotisa Luce, quién empujó detrás suyo a Luna.

Todos sabían ella era muy protectora con su niña, aún si no llevaba su sangre, Luna era suya y nadie puso queja alguna cuando la tomó bajo su protección.

Las demás no lo comprendían ¿porqué adoptar una niña si podían tener una propia? ¿porqué dejar que la sangre de otro tomara el poder sobre tu línea familiar? Bien, Luce, o Lucía Mills, como la conocían antes, tuvo sus razones para hacerlo.

Quizás era su propia culpa o algo parecido, pero su historia comenzó en una fría mañana de 1996.

Ese día la televisión estaba encendida y anunciaba la terrible pandemia que se avecinaba, pero Lucy no podía dejar de ver dormir a su pequeño.

—¿Ahora qué haré? —pasó su mano por la cabeza del niño y suspiró —No puedo, simplemente no puedo cumplir con lo que le prometí.

Había pasado casi medio año desde la última vez que se había encontrado con su esposo. Los recuerdos eran algo difusos y que Jasper Bonheur hubiera muerto aun no era algo fácil de asimilar para su viuda. Después de todo ¿Que chica quisiera enfrentarse sola a la vida con dos niños a su cargo? Puede que pocas o que ninguna estuvieran dispuestas a intentarlo, y aún más teniendo en cuenta que ella misma había huido de él en cuando se enteró de su primer embarazo.

No tuvo la suficiente madurez como para darle la noticia al padre del pequeño Baelfire, por lo que un día solo presentó su renuncia a la agencia donde estaba trabajaba y volvió a casa de sus padres.

Ese fue sin duda un año muy difícil. Sus ahorros comenzaron a agotarse con los gastos del bebé y aunque sus padres no le reprochaban nada, Lucy podía sentir que los había decepcionado.

Al final decidió contactar a Jasper. Él se enojó en primera instancia por no haber sido informado, pero después sugirió que hicieran una ceremonia privada. Así el niño tendría derecho a un lugar en la familia Bonheur. Lucía al principio se mostró renuente, pero comprendió que era necesario si quería que a su hijo no le faltará nada.

También aceptó mudarse a la capital de Aciem para que Baelfire pudiera estar cerca de su padre y con el tiempo Jasper y ella comenzaron a cortejarse. En esa época todo parecía perfecto y así lo fue hasta que una tarde, el vastatio se llevó la vida de su esposo.

Lucy tardó mucho tiempo en reaccionar; ¿Como podía ser verdad? Ambos eran demasiado jóvenes, no podía ser que él hubiera muerto de esa forma y mucho menos cuando estaban por tener a su segundo bebé. Una niña a la que Jasper había adorado a pesar de aun no haber nacido.

Parecía que la vida no la estaba tratando bien y meses después estaba con el mayor dilema de su vida ¿Cumplir o no cumplir la promesa hecha a Jasper? ¿Acaso era necesario asegurar a Baelfire como heredero? Y si lo decidía cumplir ¿Cómo lo haria? Tenía que haberse presentado en el funeral, pero el dolor se lo impidió, más eso no era lo único que le preocupaba, también podía darse el caso de que aquellas personas le quitaran a su hijo pues a pesar de ser una zrak, no podía hacer nada contra los dirigentes de una nación.

Quizás por eso, aquella mañana se había despertado temprano con la esperanza de que todo fuera una pesadilla, pero al abrir los ojos se encontró con la terrible realidad; Debía hablar con las vodja de Aciem y explicar la existencia de un hijo y heredero del naslov.

Así que después de asegurarse de que el niño estuviera dormido, salió de la habitación y con mucho miedo tomó la agenda de su esposo y se preparó para una posible discusión.

Marcar cada número le era difícil —incluso su celular estuvo a punto de caer de su mano —Pero lo más difícil fue escuchar cuando la llamada fue contestada.

—¿Hola? —dijo una voz femenina —¿Quien habla?

Lucy mordió su labio inferior antes en un intento por calmar sus miedos y varios segundos después al fin habló: —Hola... Buenos días, quisiera hablar con Megan Bonheur.

—Por el momento no se encuentra si usted quiere puede dejarle un mensaje.

Pero Megane estaba allí y desde que su hermano había muerto, todos los días se preparaba para tomar el trono, aún le faltaba un año pero ya sentía la presión del pueblo. Las críticas llegaban todos los días a sus oídos, que si iba a poder, que no querían a una mujer como lastnik, que era demasiado infantil para el puesto, se sentía insegura de todos sus movimientos y el criar a su hermana menor hacía más pesada su labor.



—¿Quién es, Blair?—no recibió respuesta y le quitó el teléfono de las manos.—Habla Megane Bonheur.



Lucía al principio se había sentido aliviada al saber que la princesa Megan no estaba, pero el alivio se convirtió en miedo cuando aquella rubia contestó. Estuvo a dos segundos de colgar cuando de nuevo le pareció recordar la promesa que le había hecho a su esposo.



—Eh... Hola, se que hace mucho que no hablamos, pero necesito ayuda —mordió su lengua al no encontrar las palabras correctas —Baelfire ha estado... a estado algo enfermo y —su voz se quebró al pensar en lo bajo que había caído, no era digno pedir ayuda a personas que obviamente no la querían en su vida —en verdad necesito ayuda con el niño, no he podido encontrar trabajo y tu hermano era quién pagaba las cuentas... ¿Podría encontrarme contigo? Además de eso hay otro problema del que quisiera hablar.

Megan no le agradaba, más sabia que esa chica era la única que sabía sobre su boda con Jasper y el que ahora ella fuera la futura lastnik era una dificultad más de la que debía librarse o al menos de la que cuidar al niño si quería que este llegara a gobernar.

Se quedó en silencio unos minutos, tomó el teléfono y caminó rápidamente al despacho que solía ser de Jasper. Hacía meses que no sabía nada de Lucia, había mandando buscarla en varias ocasiones, no porque le importará ella, lo que buscaba era al pequeño pero las búsquedas fallaban. Parecía que se los hubiese tragado la tierra.

No quería encontrarse con ella, nunca le había agradado y el hecho de que no se dignara a ir al funeral de su hermano la hizo odiarla más. A esto, le sumaba que nunca la dejo ver a Bealfire.

—Dime dónde.—aunque no quisiera admitirlo, le preocupaba Bealfire, y era por él por el que cedería a ese encuentro. —Que sea un lugar público y quiero ver al pequeño.

Se quedó en silencio esperando la respuesta mientras veía con detalle el gran retrato de su hermano, sabía que el niño debía ser idéntico a él.



—Estaré en... —se detuvo a pensar un poco sobre el lugar más conveniente para encontrarse con la princesa —en media hora estaré en aquella cafetería que tu hermano y tú solían frecuentar cuando eran estudiantes —la supuesta enfermedad de Baelfire solo era una excusa para encontrarse con ella, pues de alguna forma debía integrar a el niño con su familia paterna y próximamente también a la pequeña que aún no nacía —y llevaré a Baelfire, pero por favor... qué nadie te acompañe, esto debe quedar en privado y nadie debe saber aun de su existencia.

Dicho esto cortó la llamada y fue hacia la habitación del bebé. Aun dormía, se notaba que aquellas semanas también habían sido largas para él, así que la castaña lo dejó donde estaba y fue a preparar lo necesario para una salida breve.

Megane el teléfono en su sitio y salió del despacho, antes de llegar a la puerta de su palacio paró en seco, no podía decirle al chofer que la llevara o todos empezarían a preguntar a donde iría, revisó los bolsillos de su abrigo y sacó las llaves de su auto.

Minutos después ya se encontraba conduciendo a la cafetería, tenía tiempo sin ir a ese lugar, no le traía recuerdos muy buenos. Paro en un semáforo en rojo, por su mente pasaban muchas cosas, ¿debería llevarse al niño a la fuerza o ganarse su confianza y luego quitárselo a su madre? No tenía idea de lo que debía hacer solo una cosa tenía clara, de esa cafetería no se iba sin el pequeño.

Llegó al lugar y se estacionó cerca, bajó del auto caminó hasta una mesa a esperar, apenas habían pasado 5 minutos de la media hora y ya estaba desesperada.

La castaña estaba nerviosa por verse de nuevo con Megan, ¿debía estar preparada para una discusión o solo para alguna exigencia de su parte? No lo sabía, por lo que mientras preparaba al niño —a quien tuvo que despertar para un baño rápido —repetía mentalmente lo siguiente: "Vamos Lucy, solo es la hermana de Jasper" eso no logró tranquilizarla y después de algunos minutos de retraso ¿O podría decirse una hora? Al fin pudo llegar al lugar acordado.

Había decidido caminar un poco, por lo que la elección de llevar a Baelfire en su cochecito de bebé le había parecido una buena idea.

Lo primero que vio fue a aquella muchacha en una mesa y por un segundo, un solo segundo pensó en irse y no volver a pensar en la familia paterna de sus hijos. ¿Cómo le explicaría que tendría un segundo bebé de Jasper en una o dos semanas? Aquello sería difícil de aclarar, pero aún así siguió caminando hasta la mesa y al llegar a ella saludó a quien estaba esperando su llegada.

—Buenos días, disculpa que tardara... pero necesitaba arreglar un poco a Baelfire.

Tenía más de media hora esperando a la joven, la paciencia no era algo que la caracterizaba, soltó un pesado suspiro observando su café hasta que una voz la hizo levantar la mirada. Esa no era la Lucia que recordaba, quedó en shock por un momento, su mirada pasaba del pequeño rubio que estaba a su lado a la gran barriga que tenía.

Se levantó de su silla y acercó al pequeño, le dedico una pequeña sonrisa, era idéntico a Jasper, de eso no había duda.

—Hola, pequeñin. ¿Estás enfermo? —el pequeño nego y se pegó más a su madre, la pelirroja acarició su cabello y miro a la chica de nuevo borrando su sonrisa—No se que preguntarte primero, empezaré por lo que me importa y por lo que acepte venir aquí, ¿qué tiene el niño?

—Él está bien, solo necesitaba una excusa para verte —decidió pasar por alto el que la otra chica hubiera ignorado su saludo y después de algunos largos segundos, tomó asiento junto a la pelirroja —tampoco tengo problemas de dinero, si es que lo preguntas. Pero desde la muerte de Jasper lo he estado pensando y quizás sea tiempo de "revelar" la existencia de Baelfire.

Sostuvo al pequeño niño y permaneció en silencio mientras dejaba que su cuñada pudiera procesar aquella idea que ella había sugerido. Después de eso continuó hablando: —Entenderé si no lo quieres hacer, después de todo; el país es tuyo y no sería conveniente que alguien más te lo quitará. Así que dependiendo de tu decisión decidiré mi regreso a la ciudad de mis padres para criar a los niños.

—Primeramente, si quiero revelar su existencia, te he buscado por mucho tiempo para eso, él reinará cuando tenga los dieciocho años, mientras tanto lo haré yo.—la chica no dejaba de ver al pequeño, quería abrazarlo y besarle las mejillas sonrojadas pero se contuvo.

Se enfocó nuevamente en la barriga de la chica frente a ella, no podía quedarse con la duda de si estaba embarazada de Jasper o se había metido con otro mientras él seguía vivo.

—¿El que esperas también es de Jasper o de un hombre cualquiera?—esperaba que dijera que era de otro, asi podría llevarse al niño y poner de pretexto que había estado con otro hombre mientras estaba casada con su hermano y por eso lo alejaría de ella.

—Me parece bien, yo no deseo nada que tu familia pueda dar, pero Baelfire... Baelfire algún día querrá conocer a la familia de su padre —al menos en eso estaban de acuerdo, su hijo sería reconocido y tomaría el lugar que le pertenecía como heredero de Jasper.

Por un momento se sintió aliviada, eso significaba una carga menos en su conciencia. Pero al escuchar la segunda parte pudo sentir cierto enojo hacia la pelirroja.

—La niña también es de Jasper, incluso el eligió su nombre antes de... antes de que ese incidente ocurriera —trató de mantener la calma para no asustar a pequeño que sostenía en brazos, no necesitaba hacerlo llorar en esos momentos y mucho menos en plena negociación —me sorprende que dudes sobre mi. Yo nunca ¿me escuchas? Nunca le fui infiel a tu hermano y no está en mis planes volver a casarme.

—Si te quieres casar o no, no me importa, solo quería asegurarme. Jasper nunca me dijo que estuvieras esperando otro bebé pero supongo que ya no le dio tiempo —murmuró restándole importancia. Lo que le importaba era el heredero, el otro bebé ya sería un bonus.

Pensó por un momento en cómo haría pública la existencia del pequeño, y en cómo lo tomarían sus hermanas menores, eso era lo que más le preocupaba.

—¿Cómo te gustaría que se diera la noticia?, aunque primero tendré que decirle a mi hermana. ¿Estás lista para lo que se viene?

—Jasper quería que los niños crecieran tranquilos y lejos de las habladurías de la gente ¿O no recuerdas cómo fue tu infancia? Por las historias que tu hermano contaba eso no parece muy agradable —la propia infancia de la castaña había estado llena de personas desagradables, pero no habían llegado al grado de alguna vez envenenarla.

—No, tampoco estoy lista para eso y nunca lo estaré, pero si es por Baelfire estaré dispuesta a hablar con tus hermanas —aquello era incómodo, más incómodo que todas las veces que había tenido que reunirse con la princesa. Pues después de tantos años aún no se hacía a la idea de que su pequeño tendría que convertirse en el próximo naslov —tampoco me importa cómo es que se enteró de la noticia, solo quiero que mi hijo tenga su futuro asegurado.

—Los niños no podrán crecer lejos de las habladurías de la gente, Lucia. En cuanto se de la noticia todos hablarán y lo querrán conocer pero para ese entonces ya quiero que vivan en nuestro hogar, estarán seguros ahí. Así que mañana mismo quiero a Bealfire con todas sus cosas, o mejor solo él, le compraré todo lo que necesite ya cuando esté ahí. —la pelirroja no esperó respuesta y se levantó. Se acercó al pequeño y lo tomó en brazos. —Eres un bebé muy lindo...—le dijo con una sonrisa.—Ya quiero que todos te conozcan, será el naslov más guapo y deseado del mundo.

—¿Puedes mudarte desde hoy?—dijo esta vez viendo a la castaña.

—No se puede, antes Baelfire y yo tenemos que arreglar algunos asuntos sin importancia y... ¿Podrías devolverme al niño? Aún no me hago a la idea de que otra persona lo tome en brazos —dicho esto recuperó al pequeño de lo que parecía el mayor temor de la castaña: verlo en brazos de un Bonheur.

—Lo siento, pero la única persona a la que permitía cargarlo era a Jasper o a mi madre —lo que tenía que decir a continuación sería lo más difícil, pero también lo más seguro para el niño una vez que se anunciará su existencia —Pero... Espero y no te molestes, pero me han ofrecido un trabajo en mi país natal, es una gran oportunidad y mi hijo estará más tranquilo en otro país que no sea el suyo, por el momento no deseo que se disponga del dinero de tu familia para sus gastos y prefiero criarlo sola, lejos de los dramas y las discusiones.

—No, no, no. El pequeño debe vivir en el castillo desde ya. Debe empezar sus clases de protocolo y todo lo demás.—dijo rápidamente.—La noticia se dará mañana mismo y lo tenemos que mostrar al mundo.

Tenía que pensar en una forma de convencer a la castaña, sabía que no sería fácil pero algo debía hacer para llevarse al niño desde ya.

—A parte, será mejor para él si desde pequeño va conociendo el palacio y a sus tías, también quiero llevarte al médico para saber el estado de salud del bebé que esperas y el tuyo, obviamente. No aceptaré un no como respuesta y lo sabes.

—Pero no lo veo necesario... —lo que había dicho la pelirroja le resultaba sospechoso ¿para que quería tener al niño en un palacio donde sólo sería un adorno más de la corona? —¡Por la majka! ¿Por qué tiene que ser tan pronto? El niño... No, esto fue un error... debo irme.

Dicho esto se puso de pie y con algo de esfuerzo cargó al pequeño, su repentino cambio de opinión se debía al miedo que le profesaba a la familia real de Aciem, y por lo que prefería romper una promesa a cederles el control de su único hijo varón.

—Adiós Megan, no quiero que mi bebé y Baelfire tengan algo que ver con tu familia.

Habían pasado años desde que no usaba la magia que había heredado de su madre, pero aquella ocasión lo ameritaba, así que con un chasquido de su dedo aquella joven quedó paralizada en su asiento sin que los presentes pudieran notarlo.

—No es nada personal, pero amo demasiado a mis hijos como para exponerlos a gente como lo eres tú; gente ambiciosa y mimada —acarició la cabeza de su pequeño rubio y continuó hablando —este efecto se irá pronto, así que... Bye, debo irme antes de que puedas moverte.

Salió a toda prisa de aquella cafetería y después de acomodar al niño en su cochecito de bebé, la castaña comenzó a alejarse y perderse entre la multitud que componían la población de la capital.

Mientras tanto, una chica rubia hacía un rato que observaba la escena discretamente desde fuera del café, pues por casualidad había visto a su hermana entrar mientras hacía sus compras. Observo desde fuera lo que parecía una acalorada discusión entre su hermana y su cuñada, esperó unos momentos a que la chica saliera antes de entrar a encontrarse con su hermana. Vio que se alejaba, pero le dio poca importancia, lo único que necesitaba era pedirle una explicación a Megane, pero al acercarse a su ella notó que esta parecía estar en un estado de shock. La agitó un poco tomándola por los hombros en espera de alguna reacción de su parte y gritó: —¡Megan! ¡¿Qué te ocurre?! ¡¿Quién era ella?!

Megane no parecía reaccionar, pero después de unos minutos y con los jalones de su hermana menor la pelirroja pudo moverse de nuevo.

—¡Esa maldita bruja! —murmuró levantándose —Tengo que recuperar a ese niño.—tomó su bolso y miró a su hermana—Vámonos, tengo que hablar seriamente contigo.





—Tiempo después —





—No puede ser —fue lo que dijo la castaña al ver el periódica esa fría mañana de invierno —esto no puede estar pasando.

Habían pasado casi un año desde que había escapado de la familia de su esposo y hasta ese momento —con mucho esfuerzo de por medio —se había mantenido oculta de la opinión pública, así que su sorpresa fue grande al encontrar aquella nota donde decía que los Bonheur aún la estaban buscando. Ella no podía creer que su mayor pesadilla estuviera tan cerca, por lo que dejó el periódico sobre la mesa y después de levantarse de su asiento, caminó hacia la habitación donde los pequeños aún dormían.

Baelfire había crecido mucho y cada día tenía un parecido mayor a Jasper. En cambio, Amber mostraba tener rasgos que la hacían muy parecida a ella. Mas eso era irrelevante para Lucy quien caminó hacia el armario y tomó una de las maletas donde comenzó a meter la ropa de ambos niños sin preocuparse en sí estuviera bien acomodada o no. Lo importante era irse de allí sin darle tiempo a Megane para localizarlos.

—¡Por la diosa! ¿Acaso esa mujer no se cansa?

Lucy quería gritar, pero aquello era imposible; no podía alarmar a los niños y darle preocupaciones cuando apenas se estaban adaptando a aquella vida errante que llevaban.

Avanzó con dificultad hacia la salida mientras arrastraba la pesada maleta y después de guardarla en el auto, regresó por una segunda. Debía darse prisa, pero eso no evitó que se distrajera cuando un pequeño libro de bolsillo cayó del buró. La castaña se detuvo a recogerlo y al levantarlo se encontró con una foto algo vieja.

—Jasper... —dijo al reconocer al chico que aparecía en ella —No sabes cuanto nos haces falta —guardó de nuevo la foto dentro del libro y camino hacia la cama de su hijo a fin de despertarlo —pequeño kniaz, despierta, saldremos a dar un paseo.

El niño se encontraba durmiendo en su cama, las sábanas lo cubrían casi por completo mientras que su hermana dormía sin ella. Escuchó a su mamá llamarlo, y pasó sus manitas por sus ojos mientras se estiraba en la cama para luego sentarse y verla, y notar que parecía estar preocupada.

—¿Paseo? ¿a dónde iremos? —preguntó ya despierto, para luego abrir sus brazos y que su mamá lo cargara. Dejó un tierno beso en la mejilla de ella y recostó su cabeza en el hombro.

Desde los brazos de su mamá miró el día a través de uno de los ventanales. El sol estaba en su punto más alto, su mamá con cuidado lo puso en el auto donde se recosto del cinturón en cuanto se lo pusieron.

—Saldremos a... —la castaña no sabía que excusa inventar, pero debía darse prisa por lo que respondió sin pensar —Baelfire, iremos a Ídem por algunas cosas ¿Puedes ponerte tu abrigo? —dicho esto, cargó a la más pequeña y la puso sobre una sábana limpia a fin de envolverla —necesitamos salir antes de que cierren las tiendas.

¿A donde se suponía que debía ir? No podía regresar a Aciem, allí podrían quitarle al niño y mucho menos podía irse a Shaitan, debía encontrar un lugar donde no les gustará meterse en asuntos ajenos.

Essex era su última oportunidad. Podía rogar a la Majka que impidiera el robo de sus niños antes de que Megane apareciera con sus excusas de que su sobrino debía recibir una mejor educación, por lo que apresuró a Baelfire.

—Vamos hijo, debemos irnos.

El niño observó a su mamá, escuchó sus palabras y con algo de dificultad se puso el abrigo que ella le había proporcionado.

—Mami ¿Vamos a volver? —Preguntó mientras veía como algunas personas los miraban y seguían su camino.

—No hijo, hoy es nuestro último día aquí —dijo la castaña mientras terminaba de guardar la última maleta y acomodar a la bebé en su asiento especial.

—Además, a dónde vamos es más bonito y hace menos frío —trató de parecer tranquila, pero el miedo se estaba apoderando de su sistema —y veremos a tu tía Leah.

El rubio miró por la ventana, mientras su mamá ponía el auto en marcha. Miraba por última vez aquel lugar el cual había sido su hogar un tiempo, ahora debían marchar.

—Mamá tengo hambre.

Decía de nuevo, al escuchar su estómago hacer un pequeño ruido. Mientras observaba a su hermana que seguía durmiendo como si aún estuvieran en la cama.

—En un momento te traigo algo de comer —respondió Lucy antes de cerrar la puerta del auto.

Regresó por última vez y metió el desayuno que había preparado para el niño en unas sencillas bolsas impermeables —las cuales después metió en la mochila de su hijo —, tomó la pañalera y después de hacer rápidamente una lista mental, cerró por última vez la puerta de aquel lugar.

Corrió lo más rápido que pudo hasta llegar al auto antes de que los vecinos despertarán en aquel oscuro domingo de invierno. Al llegar, subió por el lado del conductor y le paso la mochila al pequeño. —Aquí tienes amor, no comas muy rápido —mientras decía eso abrocho el cinturón de seguridad y puso la pañalera en el asiento del copiloto.

Bealfier al tener la mochila en sus manos sacó una de las bolsas y comió lo que contenía este.

—¿Llegaremos rápido?



***



Mientras tanto, Megane se encargó de que todo el mundo buscara a sus sobrinos, tenía amistades en casi todos los reinos y eso le ayudó bastante.

Días antes le llegó una llamada, su cuñada había sido vista en Tenebris, no fue inmediatamente para el lugar, quería que le aseguraron que estaba viviendo ahí. Las fotos confirmándolo llegaron un día más tarde.

—Te encontré, Lucy Mills

Sin pensarlo dos veces pidió que alistaran su avión privado, debía llegar antes de que Lucy se enterara de que la estaba buscando.

No le avisó a su hermana, era normal que la chica saliera de viaje sin avisar a nadie, una hora después abordó el avión, no preparó maletas, solo tomo su bolso y una bolsa de papel con el dinero de la recompensa, sería un viaje rápido o al menos eso esperaba.

Horas más tarde llegó a Tenebris a reunirse con su contacto.

—Su alteza, la esperaba hasta mañana —murmuró un chico de altura medía.

—¿Y darle tiempo para huir? Jamás, ahora, dime la dirección.

El chico le entregó un papel con la dirección y una foto del edificio, Meg miró a uno de sus guardias y el hombre le dio la bolsa de papel al chico.

—Es una parte, la otra te la daré cuando tenga a Bealfire en mis brazos.

Sin mas que decir siguió su camino, el edificio no estaba lejos así que decidió caminar mientras los guardias la seguían en un auto. Se detuvo metros antes observando como Lucy metía cosas al auto, se acercó antes de que lo encendiera y le sonrió alegremente.

—¿Ya te vas? Pero si acabo de llegar, cuñada.

La castaña escuchó aquellas palabras sin poder creer que aquella princesa la pudiera encontrar tan rápido, ¿debía irse o enfrentarla? Sabía que probablemente ella ya tendría todo preparado para que no le permitirán salir del país, por lo que después de algunos segundos suspiró y bajó del auto para encontrarse con la pelirroja.

—¿Por qué nos sigues? Sin Baelfire el trono es para ti —la miro con miedo el cual se mezclaba con un profundo fastidio —nosotros no queremos nada más que vivir en paz.

Volvió la vista hacia los pequeños que estaban en el asiento trasero en un afán por calmarse y no matar a su cuñada, pero eso no funcionó; estaba convencida de que haría lo necesario para librarse de aquel fastidio.

El niño, miró por la ventana tratando de entender lo que sucedía, su hermana menor dormía y algo inquieto trato de abrir la puerta del auto.

—¿Mamá?

Pregunto una vez que pudo bajar la ventana del auto y con esfuerzo se alzaba para poder observar.

La pelirroja sonrió al escuchar la vocecita de su sobrino, le recordaba mucho a su niñez con Jasper, volvió la vista a la castaña.

—Sabes perfectamente que no deseo estar toda mi vida en el trono, le corresponde a Bealfire reinar.

Paseó su vista por el auto hasta encontrar a la pequeña, volvió su mirada al niño y le sonrió.

—Hola, pequeño. Yo soy tu tía, Meg. Estoy segura de que tu madre nunca me menciona.

Miro hacia atrás haciéndole una seña a los guardias para que se acercaran y con cuidado tomó al pequeño sacándolo por la ventana.

—Vamos a dar un paseo, ¿si?

—¡No! —grito la castaña mientras dos guardias la sostenían —¡No puedes llevártelo!

El terror podía verse en sus ojos y en el tono histérico de voz, esta vez no podía hacer nada por defender a su pequeño y mucho menos evitar que aquella loca lo tuviera en su poder. Comenzó a llorar de desesperación, nunca en su vida se había sentido tan indefensa.

—¡Baelfire! ¡Baelfire! —volvió a gritar haciendo que la pequeña de seis meses despertará de su sueño y comenzará a llorar fuerte.

Bealfier no entendía muy bien lo aue pasaba, aquella mujer decía que era su tía, lo sacaba por la ventana del auto. Veía como su mamá era sostenida por guardias y lloraba.

—¡Mamá! ¡Mamá!

—Esto pudo hacerse por las buenas pero siempre rechazaste mi oferta, Lucy.

Un auto gris se estacionó junto a ella y uno de los guardias le abrió la puerta trasera, acomodó al niño en sus brazos, ignorando su llanto, tenía que prepararse mentalmente para los que seguramente iba a escuchar los siguientes días.

—También la pequeña, por favor ——el hombre tomó a la pequeña junto con la pañalera y subió al auto con ella —No les haré daño, de eso puedes estar segura.

Le sonrió por última vez para después subir al auto, sentó al pequeño en sus piernas y le sonrió.

—No temas, nos vamos a divertir mucho, Bealfire. Dile adiós a mamá. —le susurró en cuanto el auto comenzó a moverse haciendo que la imagen de la castaña se perdiera a lo lejos.
Y aunque Lucia pudo reorganizar su vida, nunca recupero a sus hijos.

Solo esa noche de invierno, en el festival después de la enfermedad los volvió a ver y al momento de presentarse ante el naslov que ahora era su hijo mayor, besó su mano y le deseo una larga y feliz vida. Aunque él no la reconoció.

 

 

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