— Meave, este año elegiremos el pastel para el otro.

Demandó Dorian.
Por lo general, era Meave quien daba las indicaciones al niño, Mateo cedía a los deseos de su hermana y hacia lo posible para hacerla feliz.
Sin embargo, a sabiendas de que no es como si cada uno pudiera ir a la tienda a comprar libremente regalos para el otro, pidió ayuda a su madre para ir a buscar un pastel que él creía, iba acorde con su hermana.
Se aseguró, eso sí, de elegir sus sabores favoritos bajo esa cubierta elegante

— Feliz cumpleaños, hermanita... — destapó la caja, buscando unas velitas para ir colocándolas en el pastel — Espero que te guste, a mí me gustó. Pide un deseo.

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