Hacía bastante que el clan Vermelho no tenía el honor de verse las caras. De ser alguna otra ceremonia, hubieran aprovechado la ocasión para lanzar un par de mordidas, pero al tratarse de una unión todos sabían que no había algo más sagrado que el ritual que estaba por practicarse. Con sus vestimentas más formales, y evitando que sus nervios se dejarán ver en la primer ceremonia que oficiaba como rey, Vladimir alzó los brazos al aire con voz solemne. —Que nuestras almas se llenen de júbilo y nuestros corazones de dicha. Hoy, el clan Vermelho vuelve a conectar con la tierra— se acercó apenas unos pasos mirando a la joven pareja que yacía en el centro de telas— y con el amor que ha permitido hayar destino en la unión de Christian Vermelho y Dalia Aldridge.

Podía sentir el cariño tan profundo que le tenía su tío a la pareja que estaba por desposar. Vladimir era todo, menos un abierto romántico. Ese día las cosas eran diferentes, oficiar una ceremonia de tal magnitud, con dos seres que se amaban tan profundamente le recordó el cariño que un alma podía derramar. Se permitió dejar solo un pie dentro del círculo, realizó un apenas perceptible movimiento de cabeza, indicando el momento en el que la corona de flores debía hacer su aparición.

Dalia se encontraba extremadamente nerviosa, esa mañana la habían tratado como una muñeca siendo arreglada de pies a cabeza, normalmente eso no le molestaba, pero ese día su animal interior estaba tan ansiosa que corria de un lado a otro en su cabeza. Haber estado lejos de Christian tampoco ayudaba mucho. Oficialmente seria su esposa y eso la ponia mas que feliz. Todo su estres se evaporo cuando se encontro con el castaño en el centro de la ceremonia.

Trató de mantenerse tranquilo. Quizás las cosas eran algo tensas entre su familia, pero esperaba que aún así se comportarán en ese día tan especial.

—Aprieta mi mano si te sientes nerviosa —le había dicho a Dalia antes de que Vladimir comenzará a dar su discurso.
Pero incluso él estaba en las mismas. Sabía que todo pasaría rápido, pero no podía evitar sentirse así, más cuando no estaba acostumbrado a llamar la atención.

⸙͎ ੈ   Julián Vermelho ᐟ ❁ཻུ۪۪
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Los preparativos lo habían tomado por sorpresa. Entre el movimiento, Julián fue entregado a manos de la servidumbre, donde fue vestido de gala para celebrar la ocasión.

"¿De qué se trata?" Preguntó mientras le acomodaban el saco.

"Una boda". Le susurró la mucama. "No olvides bien tu tarea, camina firme y recto, entrega la encomienda y sonríe".

Así lo haría.

Pasaron las horas, y mientras los novios hacían su entrada, los invitados tomaban asiento, él miraría a lo lejos, esperando recibir una señal para empezar con su recado. Los adornos, las flores, la música, todo llamaba la atención del pequeño rubio, quien no se atrevía a perturbar la solemnidad del momento.

El movimiento de los árboles con el viento y la sinfonía de la naturaleza, hacían de aquel momento uno especial para la joven pareja. Vladimir se volvió para captar la atención del pequeño Julián Vermelho, quien tenía uno de los papeles protagónicos para la ceremonia. Cuando sus miradas conectaron, le regaló una sonrisa con dulzura y asintió dándole el permiso para que hiciera su marcha hasta el centro de las telas donde le entregaría la hermosa corona de flores a su joven padre.

Krínos tenía dudas en cuanto a si esa chica estaba haciendo bien cansándose con su hermano, pero después de pensarlo, y de que Amarís le hiciera considerarlo, decidió llegar de último minuto.

Ellos llegaron tarde, casi cuando ya había comenzado la ceremonia y se apresuraron a tomar asiento. No se quedarían mucho tiempo por el embarazo de su esposa, pero al menos trataría de dar sus buenos deseos a la feliz pareja.

La rubia se sintio mucho mejor apenas sintio sus manos, el simple toque de Christian borro todo el estres en su ser. Sonrio con suavidad al castaño, antes de girar la cabeza al sentir el aroma de su hijo, se veia tan guapo y precioso vestido de gala que casi quiso correr a sus brazos, pero se contuvo, regalandole una dulce sonrisa para infundirle confianza.

El menor sonrió con un deje de nerviosismo. Asintió en cuanto notó la aprobación de su padre... Antes de emprender la marcha, respiró profundo y caminó solemne hasta donde el protagonismo de la ceremonia se encontraba. Miró de reojo a la novia, dándole una sonrisa tímida y después, con respeto, se inclinó hacia su padre para cederle aquella corona de flores, especialmente preparada para la ocasión. Se preguntó si debía decir unas palabras, pero no deseaba quedarse fuera de lugar, así que esperó pacientemente. En cuanto su padre le dijera, él se retiraría

—Quédate —le pidió a Julián después de recibir la corona de sus manos.
Aún estaba nervioso por la ceremonia, pero tener cerca a su cachorro parecía calmarlo.
—Bien… —los meses planeando aquellos votos parecieron pocos. Quizás debió ensayar más, pero ya estaban ahí, y no debía perder más tiempo —Con estas flores y aquí, frente a nuestro hijo, no solo hago una promesa de amor eterno —colocó la corona en la cabeza de quién ahora sería su esposa y se dio un momento para contemplarla —Hago un voto ante todo lo sagrado, de que siempre cuidaré de ti. Me comprometo a escucharte, apoyarte y a estar siempre a tu lado en todo momento, ya sea en la alegría o en la tristeza y de siempre tratar que tu vida sea plena. Que seas libre en todo momento y que tu copa nunca esté vacía.

Le costó todo eso por los nervios y por un segundo olvidó que más seguía.

—Y que siempre recuerdes lo mucho que te amo y lo mucho que valoro estar contigo —al terminar esos votos, Christian depósito un pequeño beso en la frente de su ahora esposa, sellando así su unión eterna.

La joven había demasiado tarde, culpa de su perfeccionismo a la hora de elegir un vestido pero para esta increíble ocasión solo podía ir más que perfecta.

Rápidamente tomo asiento al ver como se desarrollaba el evento. No podía ocultar su entusiasmo al contemplar lo hermoso de la oración y poder observar el como una de sus personas más queridas podría encontrar la felicidad.

Aunque claro, no todo era perfecto y aunque extraña en toda la situación podía sentir una impresionante tensión en el aire pero no podía distinguir que era exactamente.

La rubia le sonrio con amor al castaño, el giro que habia hecho en su comportamiento es lo que le habia hecho darse cuenta que era el amor de su vida. Recibio la corona en su cabeza, aunque claramente ese no había sido un cortejo comun.
Se inclino mientras contenía la respiración ante sus dulces palabras. Sus ojos se llenaron de lágrimas ante las palabras tan llenas de amor y significado para ambos.

—Prometo amarte y respetarte, en esta y todas nuestras vidas, en la salud y en la enfermedad, prometo ser tu compañera de vida, apoyarte en cada momento y llenarte de tanta felicidad cada día que nos quede juntos, te amo, Christian.—Menciono con voz nerviosa, apretando las manos del castaño para calmarse.—Hago un voto ante todo lo sagrado y todos los que nos rodean, que sere tu compañera de vida en todos los sentidos, te escuchare, apoyaré y cuidaré de ti.—Saco un anillo de uno de sus dedos, que claramente le quedaba grande y lo coloco en la mano
del mayor.

—Los votos han sido pronunciados. Aquí, ante este clan y ante la vida tan efímera como inmortal que se nos ha conferido, consagro en matrimonio a estas almas que han encontrado en espacio único para vivir: el amor.— Esas últimas palabras salieron con tanto anhelo, pues no podía más que recordar el sentimiento que una vez atesoró como nada. Después de que los novios dijeran sus votos. Vladimir se atrevió a salir del círculo, dejando a la pareja en un esplendoroso espacio lleno de telas blancas. —Y así, yo Vladimir Vermelho, soberano de Rhoswen, los declaro matrimonio hasta el final de sus días en este mundo. Puede besar a la novia.