Las pesadillas de una madre

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Capítulo VIII: Convertirse en manipuladora

Era una noche oscura y en esa habitación de eterno color blanco, una morena se encargaba de examinar a la niña nueva del harén. En el pasado, considerando los gustos de su amo, quizás pudo haberla tomado como una amenaza más, pero, después de tener sus propias hijas, la señora Kala no pudo evitar comparar a la muchacha con la más pequeña de ellas y la miró con un aire de tristeza. Una parte suya, conciencia le dirán algunos, le decía que no debía entregarla, pero las consecuencias serían grandes si no lo hacía y las paredes de aquel baño no ayudaban en la imagen, ya que hacían ver a la pelirroja más pequeña de lo que en realidad era. Y Kala sabía que la primera noche nunca era fácil, sobre todo con aquel hombre que no respetaba a nadie. Así que, después de vestir a la niña con una sencilla bata blanca, procedió a darle algunos consejos.

—No te resistas a nada de lo que él quiera, tienes que estar tranquila en todo momento. Solo te puedes retirar de su presencia cuando él te de permiso y sobretodo, no te resistas, todas tus hermanas del harén sabemos como puede llegar a ser cuando una virgen ingresa a su habitación.

 Demasiado crueles, así eran las palabras que se estaban profiriendo a una niña y que seguramente olvidaría cuando el hombre más temido de Shaitan decidiera tomarla como a una más de las esclavas. La niña temblaba de miedo ante lo que escuchaba, lo único que quería era regresar con su familia, pero sabía que ellos no la podrían encontrar por que salió de casa sin dejar recado de lo que haría. Lo único que podía hacer era asentir a las palabras de aquella morena quien después tomo su mano y la condujo a la habitación de el señor de aquella tierra.

 —Siéntate allí —señalo la cama con un ademán de aburrimiento —Cuando su majestad llegue tienes que ponerte de pie y hacerle una reverencia, ¿has entendido? —la niña asintió y Kala al ver el avance de la luna, decidió que ya era hora de irse. 

 Pasaron varios minutos, y no se escuchó ningún ruido. Era como si el tiempo estuviera detenido, como si la salvación estuviera por presentarse, pero cuando menos lo esperó, la puerta procedió a abrirse y un monstruo entró en lugar del naslov.

 

 

 Con esa imagen en mente, en una habitación a las afueras de Essex, una anterior lastnik despertó temblorosa. Había tenido otra pesadilla sobre su pasado y aunque casi siempre las ignoraba o salía a caminar por la terraza, esa mañana fue una en las que no pudo seguir durmiendo.

 Durante algunos minutos se quedó paralizada, como si esperara que su anterior amo entrara por la puerta y procediera a profanar de nuevo su cuerpo. Cuando estuvo consciente de que aquello no volvería a ocurrir, frotó sus ojos con las yemas de sus dedos y trató de convencerse de que aquel solo había sido otra pesadilla, sabía que no podría volver a dormir así que fijó su mirada en el despertador el cual marcaba las seis am. El sol había comenzado a entrar por las cortinas, y Danielle frunció el ceño al notar que no había corrido antes de dormir. Así que, después de peinar su cabello y vestirse, salió en dirección al dormitorio de Aizoon, necesitaba verla y pensar en que ella era su hija, no de Farid y que nunca más volvería a sus vidas. Necesitaba asegurarse de que estuviera dormida y a salvo de todo aquel que quisiera hacerle daño. 

 Ella era consciente de que los monstruos existían, porque de la noche en que había obtenido esas pesadillas, Danielle aún recordaba el dolor, recordaba perfectamente sus gritos y lloraba en su cama. Porque los recuerdos nunca se irían, formaban parte de su vida diaria y aunque pudiera amar a sus hijos, eran conscientes de que ellos tenían algo de ese hombre. Eran un recuerdo de sus malas elecciones y a quienes debía mantener junto a ella si no quería ser señalada como una mala madre.

 Aunque sin duda, la situación de Aizoon era peor. De niña no había mostrado ningún parecido con Farid, pero al crecer, en su rostro podían verse los rasgos que la identificaban como una descendiente suya.

 Claro que era difícil para Danielle olvidarse de las similitudes y, mientras recorría los largos pasillos, trataba de mentalizarse para dejar atrás todos los malos pensamientos.

 Al llegar vio que una de las doncellas peinada el cabello de su hija y recordó las noches solitarias en Lindsey donde era ella quien se encargaba de esa labor. Eso le hizo sentir la nostalgia de saber que pronto Aizoon se iría lejos de ella y que nunca más volvería. Así que, se acercó a ellas y dijo a doncella:

—Señorita Tanner la buscan en la cocina.

 La mujer estuvo a punto de replicar cuando vio que se trataba de la lastnik, dejo el cepillo sobre el tocador y después una pequeña reverencia, abandonó la habitación. 

—Buenos días, mi pequeño ángel ¿cómo has dormido? —preguntó antes de tomar el cepillo y continuar arreglando el cabello de Aizoon.

—Buenos días, madre —respondió la chiquilla con una dulce sonrisa —He dormido bien. ¿Y usted?

Aizoon se había despertado antes del amanecer. También ella luchaba contra sus propias pesadillas, pero nunca había querido mostrar sus temores en público. En lugar de eso, cada mañana se quedaba viendo el amanecer desde su balcón hasta que una de las doncellas llegaba a despertarla o más bien, a ayudarla para esconder esas ojeras que la lastnik madre no debía ver.

—Muy bien, aunque creo que es muy temprano para que ya estés casi lista.

Con una sonrisa, Aizoon alegró la mañana de su madre, pero el miedo por la pesadilla aún seguía y Danielle parecía querer vigilada la puerta. El miedo constante no se iba con los años y era aún peor después de las pesadillas. 

 Por un momento trato de olvidar todo y pensar en cómo peinar a su hija, ¿algo casual o elaborado? Decidió que solo sería algo sencillo ya que no había planes para ese día. No había visitas esperando, ni tampoco reuniones familiares, sus otros hijos se habían ido de viaje a Draconis y solo estarían ella y su pequeña.

—Siempre despierto demasiado temprano, me gusta ver el amanecer después de pasar una noche fría. Pero ¿Usted qué hace despierta tan temprano? 

—No podía dormir y... 

 Danielle lo pensó durante dos segundos. Sabía que la noticia que tenía que darle era difícil, no todos los días una hija recibía el título de sodnik y Aizoon estaba a punto de conocer que desde ese día sería la lastnik del país tan primitivo llamado Shaitan.

—Aizoon, tengo que hablar contigo de algo importante.

—La escucho ¿Qué debe decirme su majestad?

—Aizoon... —dijo dudosa mientras continuaba cepillando el cabello de la niña y observaba cómo los rayos del sol entraban por la ventana formando pequeños tramos de luz entre ellos como si proviniera de una lámpara diferente —todo esto tiene que ver con tu padre.

 Ante la mención de su padre, la de Aizoon se borró por completo y todo su humor se volvió oscuro, porque si su madre necesitaba hablar de un hombre como él, todo indicaba que la charla seria sería.

—¿Qué pasa con él? —su voz salió de manera brusca mientras que su ceño se fruncía poco a poco—. ¿Que tiene que ver ese hombre en nuestras vidas?

 Danielle mordió su labio inferior sintiendo como todos los recuerdos desagradables regresaban y dejó el peine y el cepillo sobre el tocador de madera oscura. No podía ver a los ojos a su hija o comenzaría a romperse de nuevo y esta vez Tatsumi no estaría con ella para hacer que entrara en razón.

—Nuestra lastnik de Lundsey se ha apoderado de Shaitan

—Eso es bueno —la voz de Aizoon se llenó de emoción —¿Lo es, verdad?

 Después de hablar se quedó pensando, tratando de descubrir que significaba que ahora el país que era de su padre ahora le pertenecía a su familia.

—Oh, ¿Hay algún problema con eso?

—Lo hay —no sabia como decirle que pronto tendrían que separarse después de prometer que nunca pasaría de nuevo, pero era algo necesario o la venganza podría surgir de la Shaitan. Así que después de alejarse unos cuantos pasos de la niña dijo tratando de que su voz no se quebrara —Tenemos que ir a Shaitan, al parecer una de tus medio hermanas quedó viva y se encargó de ganarse el favor del pueblo.

—Es más complicado que eso, tienes que tomar el puesto que tenía tu padre y quitar a la lastnik antes de que se convierta en una amenaza más grande para la familia, si no lo haces podríamos tener una nueva guerra.

—¿Debo vivir ahí? Porque si es así debo decir que soy feliz en el palacio, aquí contigo y todos mis hermanos, aunque a veces me desespere tener tantos.

 Tragó saliva y limpio las palmas de sus manos en la falda ya que le empezaban a sudar.

—¿Y si hacen una revolución los del pueblo?

—No estarás sola, yo estaré contigo y te ayudare a convertirte en una buena lastnik. Y, aunque no me pueda quedar por siempre, acudiré cada vez que necesites de mi ayuda.

 Decir aquello le dolía, era injusto que su hija, siendo tan joven tuviera que preocuparse por problemas que conciernen solo a adultos ¿No era eso lo que había evitado la pelirroja con los otros niños? No había querido que ellos pasaran una infancia como la suya, pero Aizoon tendría que asumir esa pesada carga.

—Estaré sola en algún momento. Mami, aún parezco y a veces soy una niña. ¿Cómo podré en algún momento yo estar sola en ese país extraño sin ningún miembro conocido de la familia?

 En su mente comenzaba a verse el cómo sería su vida en el futuro, está sería bastante solitaria y un tanto fría. Miro hacia un lado, evitando que su madre viera que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas

—Lo siento hija, no quisiera ponerte en esta situación pero tu hermano aún es muy pequeño para hacerlo —camino hacia la pequeña rojita y la rodeó con sus brazos cuando presintió el olor salado de las lágrimas —juro que estaré contigo en cada paso y cada vez que me necesites.

—Pero tú tendrás que regresar en algún momento y yo me quedaré sola gobernando este reino extraño que no conozco

 Su voz se rompió un poco al final y recargo la cabeza en el hombro de su madre.

—¿Qué tan necesario es que yo lo gobierne?

—Si no aceptas el puesto, no podremos aplacar las posibles rebeliones, puede que la guerra vuelva y esta vez no tendremos suerte —acarició el cabello de su pequeña y dejo que las lágrimas contenidas finalmente salieran de sus ojos —Hija, en verdad lo siento, no quisiera meterte en esto pero no hay otra opción.

 Aizoon estaba nerviosa, y cuando unas cuantas lágrimas corrieron por sus mejillas, se separó de su madre y la miró a los ojos.

—Lo haré, solo para evitar la guerra

—Eres una buena niña, ¿lo sabías? Creo que no pude pedir una hija mejor que tú.

—Solo hago lo mejor para que estés orgullosa —respondió Aizoon y la lastnik madre se acercó para darle un beso en la mejilla —te juro por la majka que gobernaré y haré que ese reino deje de ser el peor que a existido.

 

Unas semanas después, el viaje fue una realidad para Danielle, quien acompañada de sus hijos menores hizo el largo camino. Aunque el último día no se sorprendió cuando escuchó como una voz casi desesperada.

—¿Mami? ¿ya casi llegamos? —preguntó Alice cuando el auto que los llevaba entró a la capital.

Danielle alzó la vista para ver cómo su hija parecía querer escapar, pero que en lugar de eso debía mantenerse sentada a un lado de Manny.

—Aún no, cariño tienes que tener paciencia —no podía engañarla ya que el viaje había sido largo y tedioso, así que solo se limitó a esperar que volviera a acomodarse y dormir, pero eso no sucedió.

—Pero ya quiero llegar, no me gusta estar tanto tiempo encerrada.

—Lo se, pero este viaje es importante para Aizoon.

¿Para Aizoon o para ella? Quizás un poco de ambas, el apoderarse de el reino de Shaitan era parte de una venganza del pasado, una forma de rebelarse contra aquel ser aborrecible que había robado su juventud. Y allí estaba, a punto de entrar a la capital, con su pequeño Arthur en brazos, con Alisson y Manny dormida a un lado, Alice enfrente y su Aizoon viendo por la ventanilla.

 Sabía que ella seguía aturdida, poco antes le habían dicho la verdad sobre su verdadero padre y eso la tenía consternada. ¿Pero quién la podía culpar? El saber que toda tu vida había sido una dulce mentira nunca es fácil y el imaginar la clase de monstruo que fue la persona que te engendró nunca sería fácil. No había duda de que su corazón estaba roto al pensar en su padre adoptivo y en cómo él nunca lo trató de forma distinta a sus hermanos. Porque a pesar de todo, Marcus Rossetti nunca fue un mal padre, quizás algo ausente, pero nunca una persona fría con sus hijos.

 Pasaron varios minutos hasta que al fin llegaron al palacio de la sodnik Maria, el mismo lugar donde por muchos años había tenido el puesto de "Favorita" del naslov Farid, el lugar donde había perdido su infancia y parte de su alma cuando se vio obligada a servirle como concubina. 

 Ahora ese palacio parecía vacío, más vacío que durante la guerra, como si con la muerte del naslov también se hubiera ido la gloria de Shaitan.

—Aizoon, despierta —dijo sacudiendo su hombro —ya hemos llegado.

—¿Ya?

—Si, limpia tu cara o no estarás presentable.

 Finalmente el auto se detuvo y esperaron unos minutos hasta que el chofer abrió la puerta, mientras tanto la lastnik madre le dio un breve consejo a su hija.

—Recuerda el protocolo y no olvides quedarte callada a menos que yo te de permiso para hablar.

—Sí mamá, entiendo todo.

—Bien, es ahora o nunca —dijo Danielle en cuanto la puerta estuvo abierta para darles la imagen completa del lugar que antes llamó "El infierno". 

 

                   

Capitulo IX: Que los recuerdos  no tengan sentido.

Esos años fueron duros. Los recuerdos de la guerra ahí siguen y no se irán nunca. Nos han dejado marcados de una forma inexplicable, algunos siguen con sus vidas y otros han renunciado a ellas. En mi caso, la única opción que tengo es seguir

 Tal parece que para los demás es válido dejar esta vida, pero y no puedo rendirme. Tampoco Sam puede hacerlo, aún tenemos niños en casa y por ellos debemos ser fuertes. Aun así, se que ella sufre más que yo, ella si amaba a su esposo y puedo notar su dolor en cada carta que me escribe. Ambas sabemos que es una tontería seguir haciéndolas, la tecnología a avanzado mucho en estos siglos como para confiar en el correo. Pero en las cartas podemos decir cosas que nunca diríamos en persona y eso nos ayuda a resistir. 

 La vida ya no es como cuando comencé a escribir este diario y sus hojas no saben cuanto extraño esa época. Aun no sabia lo que era el verdadero sufrimiento y supongo que nunca lo conoceré. Quizás el día de mañana venga con sucesos peores, pero hoy me siento feliz porque el fin de la guerra a llegado.

Los restantes de los Le pontífice han sido erradicados. Bueno... aun queda una niña, pero Sam la a criado y escondido desde hace tiempo y creo que en verdad la quiere. 

 Espero que niña tenga una buena vida, y lo mismo deseo para las esclavas de Shaitan. Ahora son libres y nunca más tendrían que pagar su libertad ofreciendo su cuerpo a un hombre.

Ahora son libres de regresar con los shibō o irse a otras tierras de nuestro mundo, pero por alguna razón yo no vivo feliz con eso.

 El miedo es algo con lo vivo, las pesadillas vuelven a ser recurrentes y el tener que alejarme de mi familia es la cereza que adornaba ese pastel podrido llamado vida.

La corona de Ávalon ahora es ostentaba por mis pequeñas gemelas y lo único que espero es que Kaire y Emma sean buenas lastniks y que llenen de orgullo a su pueblo.

 Mi Bonner gobierna Essex y todo indica que la situación en Draconis está mejorado. Solo quedan algunos disturbios dentro de los países, pero nada que el tiempo no pueda solucionar. Los consejos de ancianos han sido o erradicados o purificados y esto último es por que los traidores son ejecutados tan pronto y se les declara culpables.

¿Pero qué importaba todo esto sino puedo tener paz? Yo estoy agotada y aunque en verdad quisiera dar buenas noticias, creo que esta es la última hoja que escribo en tus páginas. Ya no puedo seguir.

Atte: Danielle Orabella Delacour Ryouta.

 

 

 

Así termino el diario de la lastnik Danielle, quizás esperabas algo mejor, quizás una historia con drama o algo así, pero a lo largo de esta crónica te he contado gran parte de su historia. Es cierto que cometió errores, fue lastimada y casi nunca fue feliz. También es cierto que las marcas causan confusión, pueden enamorarte de tu enemigo o hacer que hagas algunas estupidez. Pero la vida sigue, no importa que tan doloroso sea el presente, siempre hay razones para vivir. Siempre existe ese ser por el que eres capaz de dar todo y es él quien te sostiene en esta tierra. 

 El diario de Danielle termino, bueno, quizás no, pero lo demás son hojas sueltas, pequeños retazos de felicidad y de dolor. Hojas sin ningún sentido cronológico y que sólo le sirvieron para conmemorar los buenos momentos y uno de ellos fue su viaje a Shaitan.

 A pesar de el tiempo, Danielle aun no olvidaba lo pasado en Shaitan. Y si bien ya todo había terminado, todavía quedaban muchos asuntos pendientes, un ejemplo de ellos era la venganza y la orden de exterminio que debía cumplirse con los herederos restantes. El único problema es que solo quedaba una heredera quien había hecho lo posible por ganar el favor del pueblo, pero a la que mataría ese mismo día para que su hija tomará el puesto de su padre y la dinastía Borkan llegará a su fin.

 Los preparativos ya estaban listo para cuando ella y sus hijos llegaron a Shaitan, incluso el gran salón estaba preparado para la ejecución. Pero todos los sirvientes solo le informaron a la sultana que se reuniría con la lastnik, quien desde ese día gobernaría su país, quizás para evitarle el dolor de saber su sentencia.

—Majestad —susurró el soldado Akyura junto a Danielle —la sodnik y su comitiva llegarán en unos minutos, aún está a tiempo de retirar a sus hijos.

 La pelirroja miró a un lado y vio a su hijo. El niño no hablaba desde esa última noche con Farid y parecía que las secuelas por la tortura continuarían muchos años más. 

—No... necesito que ellos vean esto, de lo contrario nunca tendrán paz en su vidas.

—Está bien, respeto su decisión.

 La lastnik estuvo a punto de considerarlo, pero no había marcha atrás y pronto se escucharon los pasos de una condenada a muerta marchando por el pasillo.

 

***

 

No fue sorpresa para Hadassa recibir una invitación para reunirse con la lastnik. Supuso que era una costumbre que el vencedor decidiera regodearse frente al vencido y pidió a sus criadas que le dieran un velo rojo para presentarse ante la nueva soberana de Shaitan. Por su mente pasaron muchas cosas, estaba nerviosa, era claro que conocía los protocolos de conducta, pero solo los de su país, no los occidentales. 

 Cuando los guardias llegaron para escoltarla, casi estuvo a punto de llorar, pero los siguió con la esperanza ciega de que todo acabaría en unas horas y que podría encerrarse otra vez en su habitación. Con la mirada alzada, la sodnik camino hacia el salón donde más de dieciséis años había sido reconocida como hija de su padre y al llegar, uno de los guardias le obligó a arrodillarse ante el trono.

 Con una mirada severa, Danielle se examinó a su futura víctima. Parecía pequeña, más delgada que ella en sus peores épocas, demasiado pequeña para gobernar, pero ¿Quien era ella para juzgarla? Después todo, ella también había comenzado a lastnikr con apenas doce ciclos.

 La joven, aún cubierta con el velo, no parecía ser hija de aquel ser despreciable que había arruinado muchas vidas en el pasado, era demasiado pequeña, débil, como si no fuera capaz de  volver a levantarse sin ayuda ¿Acaso seria hija de alguna de sus compañeras de harén o al final Farid había elegido a alguna de sus concubinas extranjeras como esposa?

 «No pienses más en él» Se dijo a sí misma la pelirroja «Solo es un mal recuerdo de el pasado» 

—Señorita —comenzó a decir mientras se levantaba del trono —Tengo entendido que usted a hecho un largo viaje desde el viejo palacio ¿O acaso me equivoco? 

—Está en lo correcto —respondió la muchacha sin apartar la vista del suelo.

—Espero que su estancia haya sido grata, pero es tiempo de que termine. No soy de muchas palabras, pero como ya puede darse cuenta, los únicos herederos que quedan en Shaitan son usted y mis hijos —avanzó unos pasos hacia la niña y trato de que su tono no fuera tan cruel como la sentencia que estaba por aplicar —y dado que no confío en su cultura, usted ahora resulta un estorbo para mi gobierno.

—Majestad, puedo jurarle que yo no soy como mi padre, se rendirme cuando ya no me queda otras opción. He mantenido en orden el país, la población se a rendido ante usted, y no le e faltado al respeto, no es justo que me condene a muerte por un error que yo no cometí.

—Jovencita, poco me importa lo que usted haya hecho. Quiero paz para mis hijos y no estarán protegidos hasta que usted este bajo tierra.

 Dicho esto, un soldado entró con una espada en su mano y la entrego a la lastnik. Ella se tomó su tiempo para disfrutar como el aroma salado de las lágrimas parecía surgir de su futura víctima y subió la manga larga de su vestido revelando un pequeño tatuaje, el cual, simbolizaba su estatus como miembro del harén de Shaitan. Aun le dolía recordar el día en que marcaron su piel, aún dolía recordar a todos sus hijos muertos, aún dolía pensar todo lo que había perdido por Farid y aunque la sultana no fuera él. Ella iba a disfrutar como su sangre se derramaba sobre la alfombra.

—Su gente a causado daños en todo nuestro mundo, a convertido en monstruos a niños inocentes para engrosar su ejército, a arruinado la vida se muchas niñas para el placer de los hombres y hoy, hoy cobraremos con usted todo eso.

Los soldados levantaron a la joven del suelo y la sostuvieron para que no pudiera escapar, pues la sodnik se resistía a morir de esa forma y sus gritos llenaban el salón hasta que uno de los soldados le arrebato el velo y en forcejeo una pulsera se rompió, dejando que todas las perlas quedarán esparcidas por el suelo. 

 Danielle no reconoció la pulsera, pero para Hadassa fue doloroso perder el último recuerdo de su "fallecida madre". 

—¡No! ¡No quiero morir! —gritaba la joven asustando a los hijos de Danielle.

—¡Mamá, basta! 

 Danielle retrocedió al escuchar como Manny hablaba por primera vez en años.

—¡No seas un monstruo como ellos! 

 La espada resbaló de su mano y todo se quedó en silencio basta que ella dio una orden.

—Akyura, llévate a mi hijos.

—Como usted ordene.

 Las doncellas y el soldado sacaron a los niños de la habitación y nuevamente la lastnik tomó la espada. Hadassa no sabia que esperar, temía que le quedarán pocos segundos de vida y no quería morir de esa forma, aún no se sentía lista para rendirse, pero Danielle no le dio tiempo para suplicar.

—Su padre causó no pocos problemas a nuestro mundo, pero mis hijos están antes que la venganza, así que dígame una buena razón para no matarla ahora mismo.

—Majestad, le ofrezco un disculpa por todo lo que hizo mi padre, créame que a pesar de lo mucho que llegue a admirarlo, se que no soy como él, nunca seria capaz de hacer una guerra y.... —Hadassa bajo el rostro al suelo, mientras sentía que todo su mundo se estaba derrumbando por tercera vez —Y hoy me rindo ante usted, acépteme como la más fiel de sus esclavas, le juro que nunca más se derramará sangre por culpa de mi linaje.

—No confío en su palabra, pero mis hijos son más importantes que cualquier venganza —decir eso seria lo mas difícil de esa fallida ejecución —Desde hoy usted no tendrá su titulo, será tratada como criada más del palacio y no se le permitirá manejar oro, tampoco se le permitirá formar una familia y mucho menos manejar armas.

—Aceptaré esta condena si es mi única forma de seguir con vida, solo le pido que me permita visitar los jardines de este palacio.

—Como usted quiera, por el momento necesito que juré lealtad a las corona de Draconis, Lindsey, Tenebris, Ávalon y Essex.

La sultana se inclino en el suelo, totalmente derrotada y comenzó su juramento.

—Juro, así como mi nombre es Hadassa Borkan, lealtad a todos los países que hoy me han subyugado, mantendré mi lealtad ante usted y si un día llego a fallar, que mi muerte sea lo más dolorosa que puede llegar a ser una muerte violenta.

 Pese a que los demás creyeron en el juramento, la lastnik Danielle no escuchó más allá del nombre y su furia creció al darse cuenta de que usaba el nombre de su fallecida hija.

—Señorita, diga su verdadero nombre o ahora mismo la mataré.

—No le miento, mi nombre de nacimiento es Hadassa, pero durante mi coronación hice que lo cambiarán.

—¡Suficiente! —grito Danielle al no creer lo que estaba ocurriendo —¡Llévenla a su habitación y no permitan que salga!

 

 

***

 

 

Los siguientes disculpas no fueron fáciles para Hadassa. La corte de Shaitan estaba conmocionada ante las declaraciones de su nueva lastnik y Danielle parecía molesta por su reciente descubrimiento. Pero sin duda, quien peor la llevaba era su hija, la misma niña a quien le habían arrebatado los Le pontífice. 

De cierta forma se sentía incómoda y durante días no le permitió salir de sus aposentos.

Tampoco es como su Hadassa estuviera ansiosa por enfrentarse a su nueva vida. La voz de su conciencia no dejaba de repetirle las mismas frases:

 «Tu padre no es lo que crees, sus hijos no era lo primero en que pensaba» «Tu madre esta viva» «Con ella estarás a salvo»

«Renuncia a tu cultura, solo así podrás sobrevivir»

 De cierta forma, pronto estuvo cansada de todo eso. La única salida que encontró fue el bosque, necesitaba salir y asegurarse de que al menos "él" pudiera calmarla, por lo que escapó por la ventana en cuanto los guardias se descuidaron y llego a las caballerizas. Con el mayor sigilo busco la silla de su caballo, pero los soldados la estaban buscando y fue capturada antes de sí quiera podré abandonar el palacio.

—¿Acaso pretendías escapar? —preguntó la pelirroja en cuanto le fue posible visitar a su hija.

—No... no pretendía eso, lamento haberla molestado. Se que estuvo mal y le juro que no... no se volverá a repetir.

 La pelirroja contempló a la que una vez fue su pequeña perla, quería abrazarla como cuando aún era una bebé, pero no podía hacerlo, algo la detenía y ella no sabia que podía ser.  

—No tienes que disculparte, supongo que tampoco soportaría estar tanto tiempo encerrada —sonrió tristemente mientras acortaba los pasos para acercarse más a la niña y poner su mano derecha sobre el hombro de ella —Si gusta, puedo llevarla a donde usted deseaba ir.

—Solo quiero ir a los calabozo —susurró casi en llanto —necesito saber si al menos mi prometido sigue vivo.

—Entonces vamos, solo necesito que usted me guíe.

Danielle estaba distraída y no podía evitarlo, tenia miedo de poder cometer un error y arruinar toda futura relación con la muchacha, después de todo, no existían más lazos que la sangre, porque la niña le fue arrebatada con algunos meses de edad.

—Oh ya veo, entonces permitame llevarla.

—Bien... 

¿De qué se supone que podía hablar con una hija a la que apenas estaba conociendo? Esa pregunta era muy frecuente para la pelirroja, quien no sabia que hacer o decir, no en balde habían pasado muchos años desde que no tenía ese tipo de problemas, y eso último había sido por el regreso de las gemelas a su vida.

—¿Podemos hablar de algo? Necesito saber a quien necesitas buscar.

 Hadassa pensó que tal vez no sería mala idea hablar con su madre, no tenía opción y además Danielle se veía tan nerviosa como ella.

—El se llamaba Murat, fue mi prometido —se detuvo un momento para sentarse en la cama y Danielle la siguió para sentarse junto a ella —Crecimos juntos, era mayor que yo por dos años, pero mi padre nunca dio permiso para nuestra boda. Es una lastima decir que solo con su muerte nos ahorro más años separados. Pero... el día que lo haríamos, el día que tanto habíamos esperado... ese día los soldados de todos los países decidieron atacar el palacio. Murat logró sacarme de allí y mi nodriza me oculto hasta que todo paso. Pero cuando me dejaron salir, él ya no estaba.

 La pelirroja bajo la vista al sentirse culpable, en esa época, ciega por el dolor de la muerte de Mateo, ella y Sam habían dejado atrás las normas de la guerra y enviado los más crueles asaltos hacia los estados de Shaitan. Solo quería venganza por la sangre derramada y sin dar la oportunidad, Sam ordenó que no tuvieran piedad de nadie en aquel palacio. No le importó la cantidad de niños, no le importó la presencia de inocentes, solo quiso asegurarse de la extinción de aquella familia que tanto daño le había causado a la suya.

 Pero Danielle escuchó cada palabra de su hija y comprendió que eso había sido su culpa. Ella había arruinado muchas cosas, pero está había sido sin duda la peor.

—Lamento eso... No sabía que aquel hombre pedía una tregua, ni siquiera sabia si éramos una amenaza para él...

—Tanto él como yo,  queríamos acabar la guerra por buenos términos. Un campo de batalla no es la visión más bonita del mundo, nos estaba afectando a ambos. Ambos estábamos al frente, yo dirigía las flechas y él los ataques. Ambos habíamos pedido la tregua ante tu general para que los guerreros pudieran ver a sus familias y pudiéramos casarnos. Para que todos sus hombres caidos pudieran tener un entierro honrado, pero... —en su voz se oía la firmeza de sus palabras mientras acariciaba la daga en su cintura como quien acaricia un anillo —Lo entiendo, el dolor puede llegar a volver cruel a las personas, se lo que hizo mi padre, Manny me visitó ayer y me contó todo. Se que él asesinó a tu esposo, torturó a tu hijo y él solo se reía por tu desgracia.

Entiendo todo eso.

 

La pelirroja podía sentir como su corazón se rompía al escuchar lo dicho por la morena, había causado mucho daño por sólo pensar en una venganza que durante mucho tiempo había evitado y todo aquello solo había dañado a uno de sus amores.

—Farid nunca fue ni será mi mejor recuerdo, es una de las cosas que no quiero recordar y a pesar de que me dio a varios de mis mayores tesoros. Se que no estuve contigo mientras crecías... —sus manos parecían temblar al pensar en todo lo que se había perdido —Pero, pero ahora quiero hacerlo, quiero estar junto a ti.

 La joven se percato del temblor en sus manos y las acuno en medio de las propias. Y es que aunque tuviera un conflicto interno, sabia por lo que su madre había pasado y sabía cuanto daño le había causado su padre.

  —Tal vez no conocí el lado oscuro de mi padre, se que cometido muchos errores, se que siempre fue muy egoísta y ególatra y... Majestad, si usted lo desea, entonces le juro ser la más sumisa de las hijas y estar siempre a su lado.

—Si así lo quieres —respondió viéndola a los ojos —Entonces no me digas "majestad", desde hoy seré tu madre y tu serás mi niña, mi pequeña perla a quien perdí hace años, pero que ahora el destino me a devuelto.

—¿Sus otros hijos no se molestaran? 

—No lo creo.

—Está bien, ¿pero ahora que haremos?

—Eso lo pensaremos después, primero debemos buscar a tu prometido.

 

 

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