Un pie de página.
Cuando la historia de uno no se puede contar sin comenzar con la de otro, cuando la existencia propia se contextualiza solamente tras el matiz de la ajena, ¿no es eso lo que se es? ¿Un pie de página, y nada más?
Y es que el «quién» del profesor no se puede entender sin el «cómo» de Kotaro Sawajiri. Su padre, aunque llamarle así sea motivo, casi, de repulsión.
Kotaro Sawajiri nació un veinte de Diciembre en Kyoto, Japón. Le gustaba la natación... no, "gustarle" no alcanza. Era su obsesión, su vida entera. En lo que a él concernía, no había nada más importante para Kotaro Sawajiri que convertirse en un nadador olímpico. Oh, y talento para ello tenía. Tenía, y de sobra.
Kotaro Sawajiri recibió un disparo en el hombro un siete de Marzo en Austin, Texas. La comunidad entera estaba horrorizada por el ataque hacia el estudiante de intercambio japonés que, decían muchos, estuvo motivado por odio racial. Un caos mediático que hizo salivar a más de un periodista, seguramente. El joven aspirante a nadador olímpico, reducido a nada. Sus alas, cortadas. Su sueño, roto. Su vida, terminada.
Ashley Ray nació un doce de Abril en Austin, Texas. Ser enfermera había sido su sueño desde que tenía uso de razón, para deleite de sus padres. ¿Quién no presumiría a una niña con un corazón tan puro, con una vocación tan bondadosa?
Ashley Ray se casó con Kotaro Sawajiri un veinticinco de Diciembre. ¿Quién se casa en Navidad? Eso preguntaron sus amigos y conocidos, más que extrañados por lo repentino del suceso. No es que no estuviesen felices por ella, es sólo que... era extraño.
"Perdón, es sólo que es extraño".
Ah, sí. ¿Cuántas veces tendría Ashley que escuchar eso? Es que nadie se explicaba qué había visto ella en el japonés. Era inexpresivo, frío, indiferente. Si así se le describía antes del fatídico suceso, después de éste parecían esos sus nombres alternativos.
Nadie sabía qué había visto Ashley Ray en Kotaro Sawajiri. Oh, pero él sí sabía muy bien lo que había visto en ella. Resulta que, en sus días hospitalizado, este angelito al que le cortaron sus proverbiales alas había escuchado algo, entre las conversaciones casuales de los médicos y el personal. Algo que sacudió su mundo y le hizo sentir que su historia todavía no había terminado.
Resultaba, pues, que una de las enfermeras poseía una capacidad pulmonar treinta porciento mayor a la de la persona promedio. No solamente eso, sino que, al parecer, era una herencia común en su familia. La enfermera lo había mencionado casualmente, como solía hacerlo. Un dato curioso y divertido sobre su familia con el que rompía el hielo con los pacientes y familiares, quizás.
Unos pulmones treinta porciento más eficientes que los de una persona normal... ¿qué podría hacer un nadador olímpico con un don como ese? No podía ser coincidencia. Kotaro Sawajiri estaba seguro de que esa era una señal. La clave para continuar su historia, incluso si no podía vivirlo ahora en carne propia. Alguien más lo viviría por él, ese sería su legado.
Y aquí es donde llegamos al pie de página.
Rock Sawajiri nació un cuatro de Septiembre en Austin, Texas. Su entrenamiento como nadador comenzó incluso antes de que diera sus primeros pasos. En lo que a su padre concernía, él básicamente no era una persona. Era un conducto, un recipiente en el cual verter esos sueños rotos, esas alas que se habían tan injustamente cortado antes de tiempo. El nombre "Sawajiri" iba a aparecer en el podio olímpico, romper récords que perdurarían por décadas, quizás toda la historia. Esa era la única razón de la existencia de ese niño.
Rock Sawajiri se volvió profesor un... ah, cierto. Ni siquiera lo recuerda. Nunca quiso ser profesor, realmente. Nunca quiso ser nada. Nunca quiso, en esencia, existir, porque su existencia nunca había sido suya.
Qué pie de página tan largo.
